NEOWESTERN 7: HOSTILES Y THE RIDER

Hostiles (Scott Cooper, 2017)

Después de habernos ofrecido Hollywood tantos wésterns, si algo queda claro es que no es un género sencillo de rodar ni de mostrar al público. Quizás, esto sea debido a que presentar una de las facetas menos amable de un país y hacerle reconocer su genocidio no es fácil, y menos si ese país se erige como el adalid de la libertad y las oportunidades. Y esto se torna aún más complejo en una cinta como Hostiles, donde su director Scott Cooper tiene la ardua tarea de buscar en la moneda más de dos caras y, de esta forma, enseñarlas al espectador, ya que, no olvidemos, vamos a ver uno de los periodos más problemáticos y sangrientos de la historia norteamericana, donde, desde los inicios de este género, se tendía a la romantización del conquistador y a etiquetar a los nativos como salvajes incivilizados.

Se nos presenta en la cinta el último periodo de esta historia de violencia, en la última década del S. XIX, en el ocaso de la conquista del Oeste, donde se están dando los últimos coletazos, pero éstos siguen siendo dolorosos, más aún con el rencor de los siglos anteriores acumulado.

El capitán Joseph Blocker, interpretado por Christian Bale, es un veterano del ejército norteamericano al borde del retiro que debe hacer frente a su última misión, una misión que será más dura de aceptar de lo que cree, ya que esta vez no tiene que participar en ninguna batalla, sino que deberá escoltar al jefe indio Halcón Amarillo (Wes Studi), que está en la fase terminal de un cáncer, y a su familia, a su tierra natal en Montana, donde podrá descansar en paz en la tierra que lo vio nacer. Halcón Amarillo es prisionero del ejército desde hace años ya que ha sido un actor fundamental en batallas y asesinatos, y Blocker, a su vez, deberá hacer de tripas corazón en esta misión ya que siente un odio visceral por el jefe indio, responsable de la muerte de varios de sus compañeros.

Blocker encabezará una partida por las praderas hacia el oscuro corazón del continente. En este viaje, salpicado de muchos sobresaltos, el grupo se encontrará con Rosalee Quaid (Rosamund Pike), que se unirá a la expedición.

Scott Cooper quiere presentarnos una historia cruenta en la que cada cual, con su responsabilidad, habrá de buscar su redención como pueda.

Hostiles logra adentrarnos en esta ruda época a través de su guión, que, en muchas ocasiones, se nos tornará como un puñado de arena en la garganta, seco, tosco y difícil de aceptar, además de por su fabuloso apartado técnico, su increíble adaptación a la época (tanto a la de la narrativa como a la actualización del género para los espectadores de hoy en día) y su magnífica fotografía, de mano de Masanobu Takayanagi. Se combinan todos estos elementos para ofrecernos un wéstern con tintes dramáticos y trágicos, momentos de tensión y una variedad de personajes muy bien hilados. En este aspecto, es reseñable su enorme elenco de actores donde cada uno de ellos luce mejor que el anterior, si cabe ,y dónde se dejan caer Jesse Plemons, Timothée Chalamet, Paul Anderson y Ben Foster, además de las grandes apariciones de algunos veteranos como Scott Wilson, Peter Mullan y Stephen Lang. Pero si alguien se lleva la palma son, sin duda alguna, Christian Bale y Rosamund Pike, teniendo que trabajar con personajes sobre los que cae el peso de la trama, firmando dos interpretaciones en lo más alto de sus carreras. V.L.-

The rider (Chloé Zhao, 2017)

El western siempre ha tenido un halo de misticismo desde los albores del género. Pocas han sido las películas que han querido mostrar una exploración alejada de convencionalismos épicos para centrarse en amargas revelaciones personales.

Chloé Zhao ha logrado la proeza de trascender la barrera del documental con actores noveles sorprendentemente creíbles en sus papeles, aunque sean interpretándose en una variación de sus propias circunstancias. Esta docuficción logra momentos de especial sensibilidad apoyados en una fotografía que resalta la belleza atemporal del yermo paisaje.

Brady ha sufrido un terrible accidente que lo ha alejado de su verdadera pasión, continuar siendo jinete de rodeo y domador de caballos. Ahora tiene tiempo para replantearse qué debe hacer con su vida de ahora en adelante.

Hemos sido testigos de muchas películas de superación a lo largo de los años, pero The Rider es un conmovedor y durísimo relato de aceptación. En este sentido, recuerda mucho a la reciente Sound of Metal, pues ambas comparten un viaje introspectivo sobre el dolor de un sueño roto. De una pasión irracional, inexplicable, que ha crecido en nuestro protagonista desde la más tierna infancia. De quererse a uno mismo y saber valorar las oportunidades que la vida nos ha dado. De saber jugar nuestras cartas y sobreponernos a una cruel adversidad.

La directora demuestra una pericia notable a la hora de dotar de lirismo a una historia desmitificadora, que muestra un mundo tremendamente endogámico, efímero e inmisericorde. Al igual que en The Wrestler, se nos pone de manifiesto la durísima y corta vida de los jinetes, quienes pueden perder la vida o la salud en cualquier momento debido al amor incondicional al caballo y todo lo que este representa. Esa búsqueda de adrenalina, el sentirse vivos con el viento soplando en sus rostros son sensaciones puras y primigenias que pueden llegar a costar muy caro.

Nos encontramos ante una película minimalista en el mejor sentido de la palabra, una que gana enteros en un retrato poliédrico de una vocación genuina. Puede parecer que no ocurre gran cosa a lo largo de sus escasos noventa minutos de duración, pero la forma en la que están filmados los pequeños momentos de quietud, aquellos en los que se desarrollan en la calma de amaneceres y atardeceres donde lo único importante es escuchar la respiración del caballo entre las piernas, tienen una capacidad de abstracción fascinante.

The Rider funciona como realista estudio de un personaje real que huye del conflicto, atrapado en unas exigencias sociales acerca de lo que significa ser un hombre. Esta pequeña reflexión sobre una masculinidad autodestructiva parece que tiene todas las papeletas para culminar de la manera más trágica, pero encuentra una fuerza emotiva e inspiradora en un bienvenido optimismo que se siente muy sincero. A.C.

VANESA LORENZO Y ALEJANDRO COSO.-

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