Cronenberg parece que me está fallando. Una historia de violencia y Promesas del Este eran dos thrillers dramáticos intensos y efectivos sobre cómo afecta la violencia hoy en día, con Cosmópolis, en cambio, comenzó a errar el tiro. En esta ocasión, nos llega Maps to the stars, su último y esperado trabajo con un reparto de campanillas: una espléndida Julianne Moore, John Cusack, Mia Wasikowska, Robert Pattinson y Sarah Gadon (que repiten con el director tras Cosmópolis), por citar los más conocidos del elenco. Y tampoco me ha convencido del todo.

En su radiografía de un Hollywood podrido y corrompido nos encontramos todo tipo de fauna de lo más despreciable y superficial. Desde Benji (Evan Bird), un insoportable niño estrella, tan tirano, como cínico y cruel con todo aquel que se le ponga por delante hasta Havana Segrand (una entregada Julianne Moore), una neurótica star en horas bajas que necesita conseguir el papel que le dio fama a su madre en su juventud, aterrada por las inesperadas apariciones de su progenitora. Pasando por un gurú de la autoayuda, Dr.Stanford Weiss (John Cusack), padre del niño estrella y de Agatha, la hija problemática y pirómana que parece querer volver al redil buscándose trabajo de asistenta personal de Havana. También está Jerome Fontana (Robert Pattinson), un chófer de limusinas, aspirante a actor, que entablará amistad con Agatha.

Todos ellos se mueve en un Los Ángeles completamente desquiciado por las drogas para aguantar el tirón, el alcohol, el sexo como moneda de cambio para conseguir buenos papeles. Cronenberg consigue una película nauseabunda y si, lo que pretendía era incomodar al espectador con sus diálogos, personajes y situaciones, pienso que lo consigue con creces. Otra cosa es si entras o no en el juego que nos propone o en el cuento amoral que nos está explicando.

A mí, me resultó una propuesta desasosegante, pero no del todo redonda. Las historias están bien tramadas y van encajando las unas con las otras, aunque no todas tengan el mismo interés, pero me falta alma. O quizás se trate de eso, de retratar un Hollywood sin alma, donde los espectros tienen más notoriedad que el común de los mortales, por muy famosos que pretendan llegar a ser.

SONIA BARROSO.-