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GLASS: VUELVE EL SHYAMALAN DE SIEMPRE
enero 21, 2019 Articulos

Tras el reciente artículo sobre El protegido y Múltiple toca la hora de cerrar el círculo hablando de Glass, recién estrenada en nuestras salas. Y la experiencia ha sido totalmente satisfactoria, hasta el punto que para el que escribe es una de sus mejores películas de su director, al nivel de sus primeras obras, incluido el clásico giro final marca de Shyamalan.

A grandes rasgos y sin entrar en terreno de spoiler comentar que Glass es el cierre de una historia iniciada en El protegido hace 18 años y esa historia es la de amor hacia el género de los cómics. Shyamalan ha hecho una carta de amor, respeto, admiración hacia los cómics desde la madurez y la realidad, aunque no deje de introducir elementos fantásticos propios del género. En todo momento vemos como se nos trata como adultos y no se pretende infantilizar la historia con tal de vender merchandising o captar a adolescentes a salas de cine en masa. Esto no es Marvel ni DC. Tampoco es Watchmen ni Sin city. Aquí tenemos a un héroe a su pesar impulsado por esa fuerza de tener que hacer el bien porque es su obligación y un villano que no pretende destruir el mundo o conquistar la galaxia, simplemente demostrar que es fuerte aún a pesar de su fragilidad innata. Un villano que se ve a sí mismo como el héroe y cuyas intenciones nos hace fácilmente empatizar.

Es en este personaje, el de Elijah, donde Shyamalan apoya gran parte de la historia: la de abrazar lo extraordinario por encima de lo normal y regulado. En el acto de fé por encima de la objetividad. Aquí he visto una referencia clara (o que a mi personalmente me ha venido a la cabeza) a El caballero oscuro: la leyenda renace y, sin entrar en mucho detalle, ya que destripara el final, en el que se pretende dar un mensaje de esperanza y de visibilidad de lo especial que podemos tener todos en nuestro interior, donde todos podemos ser héroes de nuestra propia historia (aún convirtiéndonos en los villanos de otros). Un mensaje que también me ha hecho venir a la cabeza ese niño moviendo una escoba al final de Los últimos jedi, donde nos decían que todos podíamos ser especiales si lo abrazábamos con suficiente convicción y fe.

Mención aparte merece el personaje de James McAvoy, “La horda” como le definían al final de Múltiple. Shyamalan lo presenta como el segundo villano, el secundario mortífero frente al villano intelectual (frase que la madre de Elijah enuncia al final de El protegido y que cobra sentido en la visión global de las tres películas). Un villano que también se considera héroe que pretende hacer del sufrimiento el auténtico motor del ser humano y que sólo los que han sufrido en la vida merecen vivir. Dando otro recital interpretativo que bien merecería una vitrina de premios, McAvoy nos acaba haciendo empatizar con él en varias escenas donde nos ofrece su verdadera naturaleza basada en su dolorosa infancia. Precisamente ese sentimiento lo vemos perfectamente reflejado a través de los ojos del personaje de Anya Taylor-Joy que ya conocimos en Múltiple y su intención de ayudar a Kevin.

En conclusión, un cierre perfecto para una historia narrada en tres actos, donde Shyamalan nos da un regalo a los amantes del cómic y del cine. Donde lo extraordinario no se debe ocultar por miedo o desconocimiento sino abrazarlo con fuerza y aprender de él. Algo que se puede extrapolar a esa gente extraordinaria que con sus cualidades y habilidades hacen de nuestra vida segura y tranquila. Héroes conocidos o desconocidos que velan por nosotros. Héroes que podemos ser nosotros mismos si nos lo proponemos y no nos dejamos pisotear ni anular, haciendo lo que estamos destinados a ser sin pensar en el qué dirán o si es lo que la sociedad pretende que hagamos o seamos. Héroes para unos y villanos para el resto.

JOSÉ ISAAC PELLICER.-

"1" Comment
  1. Pues voy a tener que ver las tres del tirón. ya me has picado 🙂

Responder a Dácil Isabel Muñoz Porta
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