GHOSTS ARE REAL…

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«Ghosts are real. Is that I know» («Los fantasmas existen, los conozco). Con este inicio tan prometedor, Guillermo del Toro, que a estas alturas no necesita presentación, nos adentra en el universo de La cumbre escarlata, una historia de fantasmas, es cierto, pero que esconde varias historias de amor, de la más romántica a la más monstruosa y muchos terribles y oscuros secretos familiares.

Edith Cushing (Mia Wasikowska) es una aspirante a escritora, soñadora y romántica empedernida, con capacidad para comunicarse con los espíritus desde su infancia. Casualmente, conoce a Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), un baronet, aristócrata venido a menos, que le resulta tan apuesto como seductor y misterioso. El padre de la joven, viendo la atracción mútua que sienten ambos jóvenes, comenzará a investigar a éste y a su extraña hermana, Lucille (Jessica Chastain), hasta que una horrible verdad que quiere mantenerse soterrada acabará saliendo a la luz (o no).

Ésta es, a grandes rasgos, la línea argumental de este film dividido en tres actos: La presentación de los personajes principales y la atracción entre Edith y Thomas en América; la parte central, que trascurre entre los muros de Allerdale Hall, la ruinosa y espeluznante mansión de los Sharpe; y la parte final, que es cuando se desencadenan los acontecimientos más sangrientos.

La película me interesa por su lujoso diseño de producción (la casa es impresionante: Sus pasillos infinitos, su baño misterioso, sus puertas chirriantes, -tras las cuáles a saber qué se esconde-, su ascensor antiquísimo, su sótano inaccesible…), sus decorados, su vestuario, y la poderosa imaginería visual del maestro Del Toro. La trama de terror gótico-romántica funciona cuando el espectador reconoce en el film los múltiples homenajes literarios que hay, desde Mary Shelley a Edgar Allan Poe y Lovecraft, pasando incluso por Jane Austen, así como el descubrimiento de las constantes del cine del autor mejicano (la belleza en contraposición con el horror, los insectos, los fantasmas y seres de otros mundos, etc)

Aunque La cumbre escarlata tiene un serio problema: Su falta de alma y de emoción bajo la historia tan terrible que nos está contando, ¿y esa frialdad, de quién es culpa? De Tom Hiddleston, no, pues es, de lejos, con su prestancia, elegancia y buen hacer, el más solvente de un cast donde ni una Mia Wasikowska a la que el rol se le queda grande, ni una cada vez más desatada conforme avanza la trama, Jessica Chastain, ni un anodino Charlie Hunnam, consiguen acertar con el tono adecuado a sus personajes. 

Otro de sus puntos flacos es la trama, que va de más a menos, pues el tercer acto se nos antoja alargado y exagerado a partes iguales, una verdadera lástima -además, se descubren demasado pronto las cartas para el espectador, quien ata cabos con relativa facilidad-.

Aún y con todo eso, aunque no sea perfecta, sí que me gustó La cumbre escarlata, tiene momentos realmente poderosos e imágenes  y conversaciones que te atrapan, pero en su conjunto es más irregular de lo que me esperaba en Del Toro. Aviso para navegantes: Quienes esperen encontrar otro Laberinto del Fauno, van a salir bastante decepcionados. Para amantes de las historias románticas bañadas en el horror, atrapadas por el pasado y condenadas por el destino.

SONIA BARROSO.-

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