Siempre es de agradecer iniciativas como A Contrafilms, una productora que nace luchando contra viento y marea con un vendaval cada vez más peligroso como es el cine en este país. Y lo han hecho con una coproducción a priori imposible, que demuestra, como la sorprendente historia que nos cuenta el film, que a veces lo imposible puede ser posible.

 

El resultado final de dicho trabajo es Rastres de sándal, que no Rastros de sándalo, pues se preveen como dos films más distintos que nunca. Ambos estarán en cartelera y cuentan con las mismas imágenes, pero el mero hecho del doblaje se antoja un factor tan determinante que es posible obviar (aunque estén realizados por los mismos protagonistas).

 

En su VO, nos encontramos ante una mirada antropológica ante la India con una cámara en mano que huye del documental y se posiciona para establecer una pulcritud formal, de montaje y composición, muy diferente al que adopta no sólo el cine de Bollywood, sino las visiones foráneas mas célebres (Slumdog Millonaire, por ejemplo).

 

Dicho tono, derivará mas en modo postal en la representación de una Barcelona naturalista, pero con mas cliché en una cinta dramática que evita subrayar la comedia al no articularla de ninguna forma. La que articula la mejor interpretación es Aina Clotet, rodeada de un esforzado elenco hablando en idiomas que no son los suyos propios. La actriz catalana vuelve a dar credibilidad a una científica fría y cosmopolita que evoluciona hacia sus raíces, rasgo que plantea el aspecto más destacable del conjunto, más aún que el presunto leitmotiv de la trama. Un film destinado a los fans de la multicularidad cinéfila y a las feel good movie, con algun momento ligero, pero sin llegar a abrazar nunca la comedia. El producto final, si bien tiene elementos demasiado ligados a sus vicisitudes, abre la puerta a diferentes miradas del mundo que nos rodea y a un cine que busca reconciliar ese don tan sagrado de la humanidad llamado cultura.