Estiu 1993 (Verano 1993) es la ópera prima de Carla Simón, un retrato melodramático, pero para nada sensiblero ni edulcorado, sobre la infancia. La protagonista es Frida -qué buen descubrimiento es Laia Artigas-, una niña que acaba de perder a su madre y vivirá junto a sus tíos y su prima. Con ellos pasará su primer verano, al que hace referencia el título, y se tendrá que adaptar a su nueva familia y su nueva vida en el campo, lo que no resultará sencillo. Ese verano vivirá en tránsito de la niñez a la pre-adolescencia.
El gran acierto de la película es presentar a Frida y a su nueva familia, compuesta por su tía Marga (Bruna Cusí), su tío Esteve (David Verdaguer) y su prima Anna (Paula Robles), de manera natural y realista. Iremos viendo las dificultades de convivencia con la que será su nueva hija y hermana menor, agravadas por la pérdida de la madre de Frida y hermana de su tío Esteve; por las dificultades de adaptación de la niña, así como la (no siempre cómoda) presencia de los abuelos paternos y de las tías en la vida de la familia -al respecto son representativas las comidas y los encuentros familiares de domingo-. Es una cinta que sugiere más que cuenta, es decir, que el público es testigo del trascurrir de la vida de los personajes ante sus ojos, pero sin juzgarlos -ni siquiera hay una referencia explícita a de qué murió la madre de la protagonista, aunque está bien claro-. Sus alegrías, sus momentos de desconcierto, sus tritezas, etc son presentados al espectador de forma nítida y clara, como si estuviera uno allí viviendo con esta familia en esos instantes.
No obstante, Estiu de 1993 es una película que puede no gustar al espectador medio, pues es un cine de cocción lenta, le interesa más la recreación de una época y el retrato familiar, que el melodrama de sentimientos y emociones. En ese sentido, sería un poco la antítesis al cine y literatura de Albert Espinosa. Esta mirada a la infancia, con calma e intensidad al mismo tiempo, nos recuerda más a El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. Desde luego, la presencia de Laia Artigas es tan intensa como en su día lo fue la de Ana Torrent niña.
SONIA BARROSO.-