Si hay algo que no se puede negar es que Nicolas Cage es listo y sabe lo que hace. Lo mejor que tiene es que le resbalan las críticas y continúa con el camino que más brille a sus ojos, que no siempre podría parecer el más gratificante, pero casi siempre acierta en sorprender al público, para bien o para mal. Eso le ha hecho ganar su imagen de personaje de culto a pulso. En realidad, se puede decir que en el lugar en el que está ahora puede hacer lo que le dé la gana, aunque, yo diría, que siempre se ha divertido con todos los papeles que ha elegido, o así me lo ha trasmitido a mí cada vez que le he visto en la pantalla.
No estaría donde está sin el primer impulso que le dio su ilustrísimo tío Francis Ford Coppola, pero tampoco se puede negar que, en cuanto pudo, puso todo su empeño deshacerse de la sombra del gran director. Y creo que lo logró, aunque muy pocos desconozcan el pedazo de enchufe con el que contó en sus inicios. Pero yo no he venido al especial Nicolás Cage de Facesonthebox a hablar de su carrera ni de sus logros, sino a contaros lo que me trasmite a mí en especial y a hablar de dos de sus películas, que, ni de lejos son mis preferidas de su filmografía, pero que son las últimas que he visto. Me parece una excelente razón para hablar de ellas.
Empecemos por el principio. Nicolas Cage es alguien que ha sabido jugar bien las cartas que le ha dado el destino y que se ha construido (con gran apoyo y mucha ayudita de sus contactos) un nombre escrito con letras de oro en la historia del cine. A Algunos les puede parecer que no merece tal distinción, pero, ¡qué puedo decir!, Las opiniones son subjetivas, personales y transferibles (sí, se puede cambiar de opinión con los argumentos adecuados).
Y ahora hablemos de películas…
Prisioneros de Ghostland (2021)
Nuestro querido actor tiene una clara predilección por reírse de sí mismo y llevar sus interpretaciones al extremo entre lo paródico y lo explosivo. Prisioneros de Ghostland es una más de esas muestras de que a este actor le gusta pasarlo bien con su trabajo. Estoy segura de que se le puso una sonrisa de oreja a oreja en cuanto se enteró de quién dirigía la película. Él y Sión Sono, que locurón.
Un director que no tiene miedo a tocar temas bastante sensibles con escenas impactantes y desgarradoras y un actor que no se achanta ante los retos más demenciales. La cosa tenía que salir apoteósica… pero no. Se quedó en un espectáculo visual flipante con un argumento muy mediocre, lleno de simbolismos clichés. Es lo que suele pasar cuando “Gran público” e “Industria de cine estadounidense” meten mano. En principio, mezclar géneros de western y samuráis con estética de videoclip suena muy bien. Y si te sientas en una sala de cine a disfrutar de cada escena con independencia de la historia post apocalíptica, con villano caricaturesco incluido, la vas a disfrutar muchísimo. Ahora, si le das importancia a los acontecimientos que se van desarrollando en la pantalla, será mejor que elijas otra película o te llevarás un gran chasco.
Desde luego la actuación de Cage no es para Oscar, ni para nada. El personaje que interpreta, un ladrón de bancos acusado de asesinato (incluido un niño), es el tipo duro de manual. Y el resto de caracteres que le hacen de comparsa tampoco son muy originales. Aun con todo, la película es entretenida, me hizo reír en algunas ocasiones y la veo perfecta para una sesión con amigos. Da para mucha charla y debate post visionado.
El color que cayó del cielo (2019)
Otra que da para mucha charla y debate post visionado es El color que cayó del cielo. Esa sí que fui a verla con enormes, gigantescas, titánicas expectativas. Me encanta el relato de H.P. Lovecraft en el que se basa. Al leerlo sentí intriga, inquietud, angustia y terror… Cosa que no me pasó con la adaptación a la gran pantalla, que me pareció una parodia no del todo mal llevada de la obra original. Lo que es indiscutible es que Cage se lo pasó bomba interpretando a Nathan Gardner.
En cuanto a la película en sí misma, me temo que los guionistas decidieron meter con calzador muchos elementos del universo Lovecraft ajenos a esta historia, mostraron más de lo que transmitieron y quisieron darle su toque personal con detalles de humor que rayan la estupidez surrealista (¡¡Alpaaaacas!!). Además, tampoco me gustó cómo tratan la progresiva decadencia de los protagonistas. Salí del cine con una decepción muy profunda en el corazón, pero con una sonrisa en los labios. Porque si la tratamos como un producto independiente, la película tiene su gracia y mucha carga de horror que cumple su función. Y, he de reconocer, que Cage, a pesar de que, desde mi punto de vista, no logra convertirse en Nathan Gardner ni de lejos, sí que construye un personaje curioso y que logra sorprender en algunos momentos del metraje.
En definitiva, Cage es uno de esos actores a los que no le importan traspasar límites que hacen que lo odies o lo ames. Ya sea hacia el lado de lo extravagante, convenciéndote que se ha vendido a lo comercial para luego reaparecer con lo menos convencional del mundo o destrozando un increíble relato de horror cósmico con innegable gracia y salero.
DÁCIL MUÑOZ PORTA.-