ESPECIAL CAGE 3: LA ROCA, CON AIR, CARA A CARA Y SNAKE EYES

La roca (1996)

Empezamos la que sería la primera de las piedras que conforman la imagen de Nicolas Cage como héroe de acción. Y lo hacemos con una película que, a día de hoy, pocas pegas se le pueden poner como ejemplo de blockbuster de acción donde una conjunción de astros se alinearon. Un director (Michael Bay), un dúo protagonista al más puro estilo “buddy movie” (Sean Connery y Nicolas Cage), un antagonista soberbio (Ed Harris), una banda sonora épica (Hans Zimmer) y un enclave histórico como la cárcel de Alcatraz.

Pocas veces me he encontrado con una cinta de acción donde cada minuto de sus 136 de duración son una maravilla y de la que me declaro fan incondicional. Una película donde la acción y la violencia y ciertos diálogos han acabado formando parte del imaginario colectivo (mis tres secuencias favoritas: el inicio con la presentación de Ed Harris mientras se viste para honrar a su esposa, la primera vez que vemos a John Mason con el pelo largo greñoso y el momento de las duchas donde Michael Biehn se luce en 5 minutos).

Centrándonos en Cage, que es a lo que hemos venido, su personaje de Stanley Goodspeed es el héroe a su pesar al más puro estilo John Mclane de Jungla de cristal: un químico (superloco de la química como él mismo se define) que le toca acompañar a un grupo de Seals y a un prisionero a entrar en Alcatraz y acabar parando a un pelotón de militares expertos (y eso solo habiendo hecho un curso de armas de 3 meses). Al lado de Connery forman un dúo con una química especial y la veteranía de uno ayuda al crecimiento del otro hasta que los dos salvan la situación. Cage demostró saber ser gracioso cuando hacía falta (“¿Cómo en el nombre de los testículos del minotauro logró salir de su celda?”) y saber responder a nivel físico con lo pedido, desde la persecución por las calles de San Francisco hasta el combatir con los militares/mercenarios finales, acabando con la estampa ya mítica de él arrodillado con las bengalas verdes. A partir de aquí se abrió la veda y el camino de ver a Nicolas Cage como héroe de acción y su siguiente película lo ratificaría.

Con Air (convictos en el aire) (1997)

Después de La roca apareció Cage en esta cinta de acción, dirigida por Simon West, donde empezaría posiblemente la leyenda de “El Meme”. Y es que, en este caso, Cage es otro héroe a su pesar, Cameron Poe, que acaba compartiendo viaje con el peor grupo de indeseables en plena fuga y con la mejor colección de nombres de la historia, como Cyrus “El virus” (“Ha matado más gente que el cáncer”, interpretado por John Malkovich), Billy “Belcebú”, “Perro diamante”o “Johnny-23”.

La película se acabaría convirtiendo en una cinta de culto gracias al carisma de todos ellos y al del propio Cage, donde melena al viento (haciendo así el famoso meme de él bajando del bus o guiñando el ojo) y sigue unas pautas más que parecidas a las de Jungla de cristal que a las de La roca: él debe proteger a alguien de dentro, se esconde a plena vista entre los delincuentes, tiene un socio fuera del avión que quiere ayudarle (John Cusack) y sólo quiere volver a casa con su familia sano y salvo.

Repleta de acción, persecuciones, peleas y algún que otro coche que sale volando hasta acabar en un aterrizaje en pleno Street de Las Vegas (destrozando la emblemática guitarra de Hard Rock), Nicolas Cage nos da un auténtico festín, que después del recital que fue La roca no es decir poco. Evidentemente, como sucedió también en La roca, Cage se apoya en un casting excepcional de caras conocidas como los ya mencionados Malkovich, Cusack junto a Danny Trejo, Ving Rhames, Dave Chappelle, Colm Meaney o Steve Buscemi (en uno de los personajes más inquietantes y tal vez más simpático del grupo de dementes, al cual hasta el resto le tienen pavor) que dan empaque al conjunto y cierran una cinta de acción que, aunque en su momento no fue el éxito de la anterior de Cage, fue cogiendo cada vez más fuerza y ha acabado siendo reivindicada.

Cara a cara (1997)

En el mismo año, Cage jugó otra baza que resulto ser ganadora: hacer de villano y héroe a la vez junto a otro astro de la pantalla como es John Travolta. Y esta vez dirigido por uno de los directores de cine de acción en su mejor momento y en plena campaña americana como John Woo.

En este caso ya tenemos a un Cage completamente desatado y donde tanto él como Travolta hacen el mismo papel dos veces a lo largo de la película. Y es que con la jugada de cambiarse las caras tenemos a Cage como el terrorista Castor Troy que acaba siendo intercambiada su cara con la del agente Sean Archer (Travolta) de manera que tenemos el lujazo de poder disfrutar durante parte de la película de Cage en su faceta malvada, loca e histriónica (el inicio vestido de cura es sublime) y Travolta como padre abnegado y policía decente para luego cambiar y tener a Travolta desatado (ojo cuando llega a su nueva casa y ve a su hija) contra Cage atormentado y con todo en contra ya que nadie sabe quién es él en verdad.

Aunque en este caso el casting restante no fue tan emblemático como en los otros dos casos, Joan Cusack, Gina Gershon y Alessandro Nivola salieron más que bien parados (principalmente el tercero) del huracán y torbellino que suponían esos dos monstruos luchando entre sí por la atención del espectador. A eso le sumamos la personalidad de su director (sí, hay palomas blancas cruzándose, no sufrir) y el pulso a la acción con cámara lenta y coreografías “Made in Hong Kong”  resulta en un exitazo de público y crítica (la anterior cinta de Woo, Blanco humano no había cuajado del todo, aún teniendo al ilustre belga Jean Claude Van-Damme) y manteniendo a Cage como estrella indiscutible de acción, con tres películas consecutivas que pocas pegas se les podía poner.

Snake eyes (1998)

Aunque aún habría más títulos de acción posteriores protagonizados por Cage, como 60 segundos o el dúo de La búsqueda, me voy a parar en otra cinta tremendamente efectiva donde Cage da algo más de sí mismo fuera de lo físico y gracias a un director como el señor Brian De Palma. En este caso Cage es Rick Santoro y desde el inicio (en un plano secuencia sublime, no se puede calificar de otra manera) vemos que es un policía de moral dudosa que acostumbra a mirar al otro lado y poner la mano de vez en cuando. De repente, se ve envuelto en un asesinato y una conspiración donde su olfato de detective le hace ver que nada de lo ocurrido ha sido al azar y que todos esconden más de lo que dicen. Y como no podía ser de otra manera es el héroe, ya que al final su moral y ética esta vez no le permitirá mirar al otro lado y buscar la verdad, caiga quien caiga.

El tono no es tanto de película de acción como de thriller y, aunque haya sus momentos de tiroteos y persecuciones, es la intriga lo que realmente mueve la cinta en todo momento y la tensión de si al final el antagonista se saldrá con la suya, o no. Gary Sinise y Carla Gugino acompañan a Cage en esta intriga en la que, con sus momentos ya habituales de histrionismo (“¡Soy el rey!”), también tenemos momentos más calmados y sosegados donde su personaje debe debatirse entre lo que es fácil y lo que es justo. Otro ejemplo de película a reivindicar donde, eclipsada por sus éxitos de acción, pasa desapercibida, pero pocos son los que no la recuerden de forma positiva y que con el tiempo ha ido ganando fuerza y valor.

JOSE ISAAC PELLICER.-

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