ESCAPE ROOM: HEREDERA DE CUBE Y SAW

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Hace ya quince años, James Wan estrenaba la primera entrega de la saga Saw. La película bebía de otro clásico de culto con secuelas desiguales como fue Cube, de Vincenzo Natali. Justo a medio camino de las dos se encuentra esta Escape room, eso sí, mucho menos gore que la película de Wan. La historia nos presenta a seis desconocidos que se presentan en una empresa especializada en las escape room después de que todos recibiesen una invitación retándoles a superar la prueba. El premio, diez mil dólares para el ganador.

Adam Robitel es un director especializado en el género de terror, a pesar de su corta carrera cuenta ya con dos largometrajes previos, donde destaca una de las entregas de la saga Insidious –curiosamente iniciada por James Wan-, y varios cortometrajes del género. Es por ello que sabe cómo manejar la situación, cómo involucrar al espectador y arrastrarlo hacia la angustia y la necesidad de sobrevivir de los protagonistas del filme. Además, sabe dotar a la puesta en escena de cierta originalidad.

Entre sus protagonistas, curtidos principalmente en televisión, encontramos nombres como el de Deborah Ann Woll (True Blood, Daredevil), Taylor Russell (Lost in Space) o Logan Miller (Con amor, Simon); como es habitual en este tipo de películas, ninguno realiza una interpretación memorable, ya que sus personajes tampoco se ofrecen a ello, pero sí que están perfectos en lo que pide el guión de cada uno. Cada personaje es un estereotipo, pero los actores se hacen con ellos de forma muy natural para conseguir que nos los creamos sin cuestionarnos nada.

Uno de los mejores trabajos del filme viene por parte del director de fotografía, Marc Spicer, y de Edward Thomas, encargado del diseño de producción. Ambos se alían para conseguir dotar de estética y personalidad propia a cada escenario, primero en la presentación de personajes, donde la iluminación, decoración y paleta de colores se amolda a cada personaje dejándonos claro su estatus social e incluso rasgos de su estado anímico; y después en los escenarios que conforman las pruebas de la escape room, donde si bien la fotografía es notable, brilla especialmente el trabajo de Thomas.
El eslabón más débil lo encontramos en el guión de Bragi F. Schut y Maria Melnik , y es que usa todos los tópicos del género tanto en las situaciones como en los personajes. Desde el principio nos podemos hacer una idea de que quién acabará siendo un “villano”, que no el villano de la función, quien llegará hasta el final o cómo acabará todo. Su único intento por hacer algo diferente es en el orden de las muertes, hay que reconocer que no es tan fácil acertar quien será el primero o quién el segundo, y las pruebas, donde sí se aprecia un trabajo detrás por llevarnos al límite en cada sala, aunque esto lleve a alguna situación un tanto inverosímil. Sin embargo, es tan entretenido el conjunto, que se le perdonan con facilidad estos problemas de guión

En definitiva, si eres amante de las películas de suspense y personajes llevados a situaciones límite, compra un buen paquete de palomitas y un refresco, y prepárate para ver algo no especialmente memorable, pero sí muy entretenido.

JOSU DEL HIERRO.-

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