Elvis es la última cinta que el cineasta australiano Baz Luhrmann ofrece al gran público, en la que, como es obvio, nos presenta el biopic del Rey del Rock. Podríamos decir que es un homenaje al cantante norteamericano, pero Luhrmann nos da una película sobre el personaje desde varias perspectivas, por lo que llamarla simplemente homenaje sería simplificarlo demasiado. Si bien es cierto que aquel que busque encontrar el regocijo de escarbar en la profundidad de las partes más oscuras del ídolo del rock no se verá satisfecho, ya que esto no lo va a encontrar. Y no porque se nos oculte, sino porque no es el leitmotiv de la película y, en realidad, no es necesario, ya que el director, y también coguionista, utiliza la vida personal de Elvis como complemento a la trama principal, que nos quiere mostrar, su carrera y todo lo circundante a la misma: cómo llegó a dónde llegó, de dónde vino, cuales fueron sus influencias, su camino a la fama internacional y su final. Para enseñarnos este camino, por momentos casi de forma documental aunque usando siempre imágenes de rodaje y no de archivo, el australiano utiliza al personaje del Coronel Tom Parker, manager de Elvis durante toda su carrera, haciéndole narrador de esta historia. Un narrador que pretende constantemente hacernos ver que él no fue el malo de la historia como siempre se ha dicho, aunque lo que el coronel cuenta y lo que vemos en pantalla, que no es necesariamente coincidente, logra que reflexionemos y saquemos nuestras propias conclusiones.
Elvis es una película de excesos, como lo es en general el cine de Luhrmann y como lo era el propio Elvis. Con un ritmo frenético, que ni siquiera nos permite parar a coger aire en su primer tramo, nos vemos atrapados por el personaje increíblemente interpretado por Austin Butler. No me tiembla el pulso al afirmar que gracias a este trabajo Butler se ha ganado el estatus de estrella. Un personaje como Elvis Presley es de una complejidad enorme, está dentro del imaginario de todos con sus tics, sus movimientos y su voz. Esto podría ser casi sencillo para un actor con talento y bastantes tablas, pero transmitir las sensaciones que provocaba, lo que irradiaba Elvis, eso es otra historia. Romper la pantalla y hacer ver la sensualidad, la sexualidad y el carisma es otro cantar. Inunda con su presencia cada una de las escenas en las que aparece, volviendo casi opaco a los que están a su alrededor, imposible dejar de fijar la vista en él. Incluso un protésico y experimentado Tom Hanks, que interpreta al coronel Tom Parker, se ve ensombrecido por Butler. No es cuestión de parecido físico, tampoco de los tics faciales, de los que Butler no hace demasiado uso, es el ser y el estar, es haber absorbido al personaje y hacerlo completamente suyo. En muchas ocasiones, hasta en lo físico estamos viendo al Rey del Rock de tal modo que nos hace dudar si lo que tenemos frente a nosotros es un documento de archivo o forma parte del metraje actual de la película. Esto lo logra Luhrmann, no solo por el buen hacer de Austin, si no también por la concepción de los planos. Y lo hace en numerosas ocasiones para el deleite de los fans de Elvis Presley. Aunque, quizás, los más acérrimos echarán en falta que se hayan obviado partes de su vida íntima, como la presencia de sus últimas parejas en el ocaso de su vida, pero seguramente el director australiano haya querido poner foco en las declaraciones del cantante donde afirmaba que él solo había estado enamorado de una mujer, Priscilla.
No podemos olvidar que, como ya he dicho anteriormente, esto es un biopic basado en la carrera de Elvis y de su relación con el Coronel Parker y por lo tanto se ha hecho mucho hincapié en las influencias musicales del artista desde niño. Gracias a esto tenemos una banda sonora realmente magnífica. Por supuesto, aparecen muchos de los grandes éxitos que todos conocemos y reconocemos, pero también nos sorprenden con ritmos muy actuales que hace que entendamos lo que son realmente las influencias. Nos encontramos en un mapa longitudinal temporal musical, donde los ritmos de raíces negras, como lo fue la música de nuestro protagonista, se ven conectados con la evolución de los mismos y lo podemos entender como un todo. Los que influyeron a Elvis, cómo él influyó en otros rompiendo los cánones establecidos y cómo siguen influyendo en la actualidad. Y se logra de una forma completamente orgánica y potente, complementando las imágenes de una forma realmente inmersiva.
En lo técnico, se nota el mimo que se ha puesto en cada una de las categorías. La fotografía, la edición, el vestuario y la escenografía se van adaptando a cada época por la que va pasando la narración de la historia y lo percibimos, entre otras cosas, en la variedad del grano en las imágenes y me atrevería a decir que incluso hasta en la forma de rodar algunas de las actuaciones adaptándose a los gustos de cada época. Porque tenemos dos conceptos diferenciadores dentro de la película: el Elvis artista encima del escenario y el Elvis fuera del escenario pero que nunca dejaba de ser artista. Y esta diferencia también la tenemos en el montaje de la cinta. Frenético y apabullante en el primero de los casos y más pausado y con una fotografía “más actual” en el segundo que aunque Luhrmann juega muy bien con esto, esto seguramente es lo que hace que el metraje pese en algunos momentos. A pesar de que no podemos decir que en ningún caso sea una película lenta, el contraste entre ambas circunstancias hace que notemos algo de ralentí, que se hace más patente cuando Butler no está en pantalla.
Para concluir, simplemente decir que seguramente nos encontramos ante una de las grandes películas de este 2022 donde se nos presenta al gran Elvis Presley desde sus inicios, desde niño, aunque la línea temporal de la narración irá saltando entre los diferentes momentos de su vida, que nos muestra las grandes influencias musicales de nuestro protagonista, con unos números musicales impecables y magnéticos, las personalidades que más le marcaron en su vida: su madre y su manager, la manipulación, la industria, la feria, la farsa, sus inseguridades, sus virtudes, sus debilidades y a un estratosférico Austin Butler en la piel del Rey del Rock que eleva varios puntos la película gracias a su inconmensurable actuación.
Vanesa Lorenzo Vivas.-