EL MÉTODO WILLIAMS: O CÓMO LLEGAR A LO MÁS ALTO A TRAVÉS DE LA OBSTINACIÓN Y EL MARKETING

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King Richard (o El método Williams en castellano) es una película de Reinaldo Marcus Green que nos cuenta la historia de cómo el padre de Venus y Serena Williams, Richard Williams, planificó la vida de su familia para que éstas llegaran a ser las máximas representantes de este deporte a nivel mundial. Y lo consiguió, como todos sabemos, lo consiguió. ¿Cómo lo hizo? A base de trazar un plan férreo y ciñiéndose a él sin pestañear.

La cinta nos muestra los primeros años en la vida deportiva de las chicas desde su infancia hasta que Venus, la mayor de ambas, debuta en el circuito profesional a los 14 años, todo un hito. La obsesión de su padre para mantenerlas fuera de las calles del guetto y lo que ello implicaba, sus llamadas constantes a múltiples entrenadores para conseguir que las entrenasen gratis aludiendo al privilegio que significaría que las futuras nuevas reinas de éste deporte estuvieran en sus manos, es una constante. También nos deja claro el sacrificio de las niñas y su amor por este deporte, pero si de alguien nos quiere dejar claro que fue el artífice es de su padre, King Richard. Por que al final, parece que el talento y las horas de esfuerzo de las dos chicas son una mera anécdota y que sin el convencimiento del progenitor de hacer las cosas a su manera, sin concesiones, ninguna de las dos habría llegado a lo más alto.

Nos muestra a un hombre de fuertes convicciones , un padre protector y dedicado a proporcionarles a sus hijas el mejor de los futuros pero, ¿esto era un gesto altruista? ¿o estaba proporcionándose a sí mismo un futuro económicamente sólido a través de ese plan que asfixiaba a sus hijas?

Es inevitable al ver la película que esas preguntas te asalten, por más que se intente enaltecer la cultura del esfuerzo y el sacrificio; por más que se repita en más de una ocasión que esas niñas “son niñas” y que, por ese motivo, no deben participar en según qué tipo de competiciones y deben “disfrutar” de su infancia.

Richard Williams tenía trazado un plan y ese plan había que seguirlo, por que Richard Williams sabía que criaría a dos bestias pardas del deporte ya en el mismo momento que nacieron, por que Richard Williams era el único poseedor de la verdad y era el único que sabía cómo hacer las cosas y le salió bien.

Pero la cinta que tanto habla de las virtudes de este hombre y tan poco de sus defectos, se olvida de profundizar en aspectos que podemos vislumbrar como pueden ser la presión, la falta de relaciones sociales de las niñas o si ellas hubieran seguido ese camino impuesto, y es que ellas son la excusa para hacerle a él una película, el hombre que sacó a su familia del guetto o más bien el hombre que utilizó a sus hijas para salir del guetto.

La película es completamente ortodoxa en su forma en todos los aspectos y también en su fondo. Y también “tiene un plan” y lo sigue. Es la corrección. Dirección correcta, fotografía correcta, guión correcto…de hecho nos cuenta los acontecimientos de tal forma que es muy fácil seguir la historia y te llega a implicar en ella, pero no emociona ni siquiera en las escenas que deberían hacerlo, como cuando el discute con su mujer y sacan ciertos trapos sucios y hablan de los sentimientos de Venus, o cuando él le habla de un episodio de su infancia a su hija para que ella le comprenda o incluso en ciertos momentos donde la violencia de los bajos fondos hacen presencia…no pesan, esos momentos no pesan lo suficiente para lo que podía haber sido que le hubiera dado a esta película un plus. De hecho, el hecho de pasar de puntillas por los aspectos negativos del pasado y de la forma de ser de Richard Williams hace que pierda mucha verosimilitud y nos de la impresión de que nos están vendiendo un producto al igual que él hizo vendiendo la imagen de sus hijas cuando aún no habían conseguido nada grande.

Y aunque en USA les encante explotar las figuras de renombre que han llegado a la cúspide desde la nada, el blanqueamiento en el tratamiento de esta historia es tan obvio que quizás sea uno de los motivos por los que la cinta se haya diluido como tal por parte de crítica, espectadores y temporada de premios, que solo está reconociendo el trabajo de Will Smith, que hace una buena interpretación y muy creíble, pero que a mí en particular no me ha tocado la fibra.

Indudablemente, estamos ante una buena película que logrará mantener la atención del espectador, pero que quizás podría haber dado más sin la necesidad de haber caído en sensacionalismos.

VANESA LORENZO.-

 

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