EL GRAN BAÑO: NATACIÓN SINCRONIZADA MASCULINA

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Hace unos cuántos años triunfaron películas como Full Monty, Tocando el viento y Pride. Films que mezclaban la comedia con el drama con temas sociales o personales que invitaban tanto a divertirse como a reflexionar siempre con un tono más alegre o amable, de feel-good-movie. En este sentido, El Gran Baño, de Gilles Lellouche no estaría demasiado alejado del espíritu de dichas cintas.

La trama central es la de varios hombres entrados en la cuarentena o en la cincuentena con bastantes problemas en su vida diaria y que, al entrar a formar parte de un equipo de natación sincronizada masculina, hallarán una válvula de escape a sus depresiones, problemas afectivos y relacionales, sueños no realizados y frustraciones de lo más variadas. La premisa se mueve entre la comedia y el drama -porque los dramas personales que tienen los protagonistas son bastante serios- y el humor es, en ocasiones bastantes negro o ácido.

El gran acierto es muy probablemente el gran cast de «actores maduros del cine francófono» entre los que se encuentran Matthieu Amalric, Guillaume Canet, Jean-Hugues-Anglade y Benoit Poelvoorde. Estas «primeras espadas» están muy bien acompañados de dos actrices de carácter, Virginie Eifra y Leila Bekhti, que interpretan a dos entrenadoras deportivas de natación sincronizada con sus propias «mochilas» físicas y emocionales a sus espaldas. El deporte, la natación sincronizada masculina y su objetivo como equipo no dejan de ser el pretexto para contarnos una historia de superación personal, de integración individual en un grupo, de aquellas en que la máxima es la unión hace la fuerza.

Sin ser una película redonda es evidente que esta comedia dramática «deportiva» sacará más de una sonrisa al espectador, a la vez que lanza «puyas» sobre las complicaciones en la edad madura. Y, a pesar de un desarrollo bastante previsible y de una duración bastante larga (2 horas), se sigue con agrado gracias a una buena construcción de los personajes, especialmente, y del «buen rollo» y de la química entre ellos que traspasa la pantalla. Unos actores sin miedo al ridículo de la desnudez física ni emocional.

SONIA BARROSO.-

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