EL DIABLO A TODAS HORAS: FANATISMO Y VIOLENCIA

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El peso de la religión, la espiral de violencia, la tragedia familiar, la casualidad, la venganza y la culpa conforman el  cóctel que es El diablo a todas horas, de Antonio Campos, basada en la novela de Donald Ray Pollock. El film está ambientado en la América Profunda Rural, entre Virginia y Ohio y es un caleidoscopio de varias subtramas y vidas paralelas que se acaban entrecruzando, mezclando thriller y drama, con resultados desiguales.

La historia comienza con Willard (Bill Skarsgaard), veterano de la Segunda Guerra Mundial, que vuelve a casa y se enamora y formará una familia, que se verá marcada por la tragedia en sus más diversas formas. Años más tarde y tras la muerte de sus padres, Alvin (Tom Holland) revivirá ese dolor en los que le rodean. La trama más interesante es, sin duda, este relato familiar en la que se verá implicada su hermana Charlotte (Haley Bennet) y un reverendo con una idea de llegar a la gracia de Dios moralmente muy reprobable, interpretado por Robert Pattinson. Asimismo, unos asesinos en serie, que son fotógrafos, y se van encontrando y recogiendo a algunos de los protagonistas en la carretera, encarnados por Jason Clarke y Given Sharp; un predicador al que se le cruzan los cables y ocasiona una explosión de violencia; y un sheriff muy particular (un irreconocible Sebastian Stan) conforman algunas de las otras historias que se van cruzando.

El principal problema de la película es que todos estos temas a priori tan interesantes (religión y fanatismo, violencia, relaciones familiares dramáticas y moralidad más que cuestionable) no consiguen mantener el interés del espectador que, en algunos momentos, no llega a conectar con la historia. Da la sensación que el director ha querido abarcar tanto que se le ha ido un poco de las manos. Además, la película se resiente, desde mi punto de vista, por una omnipresente voz en off que resulta demasiado literaria. Lo más notable es la trama que implica el personaje de Tom Holland, quien aporta profundidad y dramatismo a su personaje, y su relación con su hermana y con el reverendo al que encarna Pattinson, excelente como ya nos tiene acostumbrados. Desde mi punto de vista, esos temas que comenté anteriormente, la cuidada ambientación, la fotografía, la sordidez del relato y el buen hacer de los actores no consigue que El diablo a todas horas resulte tan apasionante como podría haber sido.

SONIA BARROSO.-

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