EL AÑO QUE DEJAMOS DE JUGAR: LA MIRADA DE LOS NIÑOS

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El año que dejamos de jugar

En tiempos inciertos y oscuros creo que es más pertinente que nunca que ver films como éste. Esta producción alemana, de la que me ocupo de hablar hoy, es El año que dejamos de jugar, adaptación de la novela autobiográfica de Cuando Hitler robo el conejo rosa, donde vemos otra cara de la Segunda Guerra Mundial, pero con un trasfondo terriblemente familiar.

Lo más llamativo de esta propuesta es el enfoque. A priori, sobre todo por el título del film, puede parecer que nos encontramos ante otro drama sobre el holocausto, de gran crudeza, algo así como La Lista de Schindler o un remedo cinematogràfico de El Diario de Ana Frank. Pero nada más lejos de la realidad. La historia de Judith Keer se centra en una familia judía de artistas que abandonaron Berlín en 1933 para vivir como refugiados en distintos países. Y la cinta es justamente eso, un viaje a través de los ojos de Ana, una niña de 9 años que ve cómo su vida y la de su familia vive una metamorfosis y cómo se tienen que adaptar a su nueva situación y entorno. Y, mientras eso sucede, cómo a su alrededor pasan cosas que ella y su hermano no acaban de entender.

En ese sentido, la mayor baza del film es que se puede decir que es una producción «para todos los públicos» sobre un hecho terrible, pero que consigue darle la vuelta y ser una película para todos, con la que aprender a vivir. De ese modo, el dramatismo es un telón de fondo que acompaña a Ana, que está más preocupada en adaptarse a su nueva vida siendo una niña que a lo que sucede a su alrededor. Ella no acaba de entender cosas que los adultos detectaremos tanto por nuestro conocimiento del conflicto como por nuestra óptica de la realidad. Y eso, junto con la académica, pero más que solvente, dirección de Caroline Link, tanto de actores como técnica, son los mejores argumentos del film: su perspectiva cotidiana y diferente que no renuncia al humor y que aprovecha sobretodo a los roles de la familia, todos muy bien construidos.

 

 

No obstante para mí, el film tiene un pero: cierta reiteración en sus esquemas. Y es que a pesar de ser una película entretenida y de más agradable visionado, su estructura acaba siendo bastante episódica (propio de su fuente literaria original) y eso le acaba pasando, bajo mi prisma, un poco de factura en su recta final.

Aun así, es muy recomendable, no tanto por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Así que, si en estos tiempos extraños e inciertos en los que escribo, os podéis acercar a un cine a verla, este film, distribuido en nuestro país gracias a A Contracorriente Films, es una opción de lo más interesante y estimulante.

JOAN BOTER.-

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