DOS PADRES POR DESIGUAL 2: Y AHORA LOS ABUELOS

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La secuela de Dos padres por desigual vuelve a ser una comedia alrededor de una familia de lo más atípica y desestructurada que parte de un esquema de padres y padrastros, Dusty (Mark Wahlberg) y Brad (Will Ferrell), que asumen la figura de co-padres en la crianza de sus hijos.

En la anterior entrega -que confieso no haber visto- los protagonistas llegaron a un entendimiento amistoso que les dotaba de un equilibrio familiar por el bien de los peques con los que comparten la custodia. Pero ésta resulta tan frágil que sólo bastará, en este ocasión con la irrupción del abuelo pródigo, Kurt (Mel Gibson), que lleva cinco años sin aparecer por la vida de Dusty, para hacerlo añicos. Así comienza esta segunda parte. Este abuelo pondrá todo su mundo patas arriba y le costará entender por qué el macarra de su hijo se ha vuelta tan sensible y calzonazos para su vergüenza.

Para liar aún más la cosa, además de Kurt, mujeriego, machista e irreverente, estas navidades viene a verles también, Don (John Lithgow), el padre amoroso, adorable y ultracariñoso de Brad. El resto de personajes tampoco tienen desperdicio y algunos se ven como dos caras de una misma moneda, como es el caso de las esposas de ambos protagonistas. Los niños no se limitan a hacer de comparsa, al contrario, cobran bastante protagonismo en la serie de gags hilarantes y de humor fácil o absurdo que se van desarrollando durante toda la película y que, a veces, abusan del tortazo típico de payaso de circo y otras del sentimentalismo puro y duro.

Para ser un producto ligero, hecho con el objetivo de sacar carcajadas al público durante todo su metraje, toca temas bastante espinosos como las custodias compartidas, cómo afectan los divorcios a los niños de formas muy diferentes, la facilidad con la que se obtienen armas en EEUU, la educación de los niños, la soledad del divorciado, lo difícil que es gestionar las emociones hasta para los adultos…todo en clave de humor, por supuesto. El mensaje principal es que por amor a los niños se pueden saltar todo tipo de barreras y estereotipos sociales. Todo por su felicidad, cueste lo que cueste.

Muy recomendable para aquellos que quieran pasar un buen rato sin más, reírse sin freno y que les gusten los desmadres a la americana. Siempre teniendo en cuenta que, aunque es una comedia familiar, no es apta para niños menores de trece de años. La sarta de palabrotas que se escucha en muchos momentos, el tema del alcohol y los niños y las alusiones bastante vagas al sexo pueden molestar a algunos padres, aunque los peques no serán plenamente conscientes de estos contenidos y se lo pasarán bomba con tanto tortazo, accidente y situación ridícula.

DÁCIL MUÑOZ.-

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