DOG. UN VIAJE SALVAJE: FEEL-GOOD MOVIE DE MANUAL

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En Dog. Un viaje salvaje, Briggs (Channing Tatum) es un ex militar dispuesto a hacer lo que haga falta para volver al ejército después de haber sufrido una lesión cerebral que lo incapacita para el combate. Después de mucho insistir a su superior para que le haga un informe favorable, este accederá a cambio de que Briggs lleve a Lulu, la perra de un compañero del pelotón que acaba de morir, al entierro de este.

Éste es el extraño argumento de una road movie al uso que nos lleva a través de un viaje en coche por la costa oeste de los Estados Unidos para llegar a tiempo al funeral. Una película que se sustenta, sobre todo, en el carisma de Tatum, que al compartir pantalla con Lulu la mayor parte del tiempo debe cargar con la mayoría del texto del guion. Un guion, por cierto, escrito por el propio Tatum junto a Brett Rodríguez y Reid Carolin, con quien también comparte la dirección en la que es su opera prima.

El argumento de Dog. Un viaje salvaje se basa en el típico concepto de este tipo de películas, que suelen empezar con la enemistad o tensión entre las dos personas que emprenden el viaje (como por ejemplo pasaba en Green Book) y poco a poco nos van mostrando cómo se crea un vínculo entre ellas. Este es precisamente el caso que nos ocupa, ya que la agresividad de Lulu por haber sido entrenada para combatir en el frente complica constantemente el viaje de Briggs, que vive un sinfín de altibajos y aventuras disparatadas, y ve cómo inesperadamente va aumentando su cariño por el animal.

Aunque está llena de lugares comunes y no aporta nada nuevo a este subgénero, se trata de una cinta bien adaptada a los tiempos modernos y que entra también sin duda en la categoría de feel-good movie. Efectivamente, es un buen entretenimiento con sus notables dosis de comedia, aventura y emotividad, y consigue que salgas del cine de buen humor.

Por el contrario, también es cierto que peca del típico patriotismo americano que suele acompañar a las cintas sobre excombatientes del ejército. Aunque hay alguna escena en que distintos personajes ponen en duda la legitimidad de un trabajo como el de Briggs, el mensaje general de la película no deja de ser el de alabar a soldados como si fueran héroes, solo por el mero hecho de haber causado estragos y muchas muertes en países como Afganistán.

Dog. Un viaje salvaje es, en suma, un film agradable con sus más y sus menos, pero que triunfa en su objetivo de entretener al público. Una buena opción para una tarde de cine en fin de semana y que gustará especialmente a los amantes de los perros.

MARTÍ ESTEBAN.-

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