DESTROYER: AUTODESTRUCCIÓN Y FATALISMO

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Destroyer, de Karyn Kusama, es un thriller extraño, áspero y sin concesiones que bebe de las fuentes del neo-noir y policíaco contemporáneo para presentarnos la historia de una venganza. Erin Bell -interpretada de forma doliente por una Nicole Kidman casi irreconocible por su transformación física- es un personaje consumido por una vida que le fue arrebatada en el pasado y cuya existencia está marcada por la falta de paz y de calma debida a la necesidad de saldar cuentas con aquella persona que le cambió su destino en un abrir y cerrar de ojos.

Kidman encarna un rol habitualmente asociado a hombres, en el que prácticamente ha desaparecido cualquier atisbo de feminidad y cuya vida está entregada casi por completo a la fatalidad y a la autodestrucción. Es una anti-heroina rota y su aspecto resulta incluso repulsivo.

Estructurada en dos líneas temporales, la presente y en flashbacks en los que vamos descubriendo qué sucedió en el pasado que le compromete hasta la actualidad, la película cuenta cómo a una persona se le puede torcer la vida en un instante por las malas decisiones tomadas en un determinado momento, en la fina línea que separa lo moralmente correcto de la falta de moralidad.

El amor como salvación y como condena, los peligros de infiltrarse en una operación arriesgada, las causas y consecuencias de la ira, el sufrimiento y la venganza son algunos de los temas que apunta esta obra sin concesiones, fatalista y negra como las intenciones de su propia protagonista. Una protagonista que, aparte de policía es madre de una adolescente y se da cuenta cómo su hija puede estar abocada a una relación que podría acabar con su futuro. Quizás la decisión que toma en este aspecto -aunque la relación materno-filial es más que complicada- podría redimir a este personaje tan consumido y tan asfixiado por su pasado. Un pasado en el que encontramos a los dos hombres que marcaron su destino: El amor de su vida, su compañero policía (interpretado por Sebastian Stan) y el líder de la banda de atracadores en la que se infiltraron (encarnado por Toby Kebbell).

En definitiva, estamos ante un thriller tan seco y sin concesiones, que deja una extraña sensación en el cuerpo tras su visionado por haber acompañado a su torturada protagonista en su inmersión y descenso a los infiernos.

SONIA BARROSO.-

 

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