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ALAMBRE DE LA VIDA
diciembre 22, 2015 Gran Publico

Entre los rasgos que más han destacado del cine estrenado en 2015 aquí tenemos dos de ellos, los cuáles como espectador no me pueden hacer más feliz: La dirección técnica elevada al máximo exponente del cine espectáculo (Spectre, Mision Imposible, Fast 7, etc) y el cine optimista de calidad. Sí, amigos. Ese cliché que el cine optimista es carne de telefilm ha sido pulverizado este año ni más ni menos que por Ridley Scott, por Keneth Branagh y si, por…Zemeckis, el gran Zemeckis.

Porque quizá tenemos mala memoria para su figura pero no para su legado, su cine. El director de Forrest Gump o Regreso al Futuro volvió después de su impopular etapa del motion capture a darnos pistas que su talento seguía intacto en El vuelo, film al servicio de una estrella y estructurada a través de un acontecimiento cinematográfico. Uno que ocurría a los 20 minutos, donde Zemeckis demostraba su maestría y después, supeditaba a una historia para lucimiento de su estrella, que funcionaba pese a sus carencias. Porque después del vuelo que daba nombre al film, poco más había que contar de interesante y si no fuera por el tándem director-actor, hubiera acabado en sesión de sobremesa cualquiera.

En cierto modo, El desafío (The Walk) sigue un esquema parecido al de El vuelo. La historia de un tío que camina a través de un cable en 3D y toda la cinta, basada en una historia real, gira entorno a eso. No hay villano, todos nos sabemos el final y aunque encuentra muchas trabas por el camino, hay cierta falta de tensión que no ayuda la cinta. Si a eso le sumamos, que algunos secundarios son casi invitados de piedra, vemos que aun siendo un buen material, este tiene charcos. Y sin embargo…

Zemeckis saca petróleo de la cinta. Es más, lo convierte en una experiencia única, tanto que a veces nos creemos que somos nosotros los que caminamos en el alambre. El film está articulado en 3 actos: El primero es una primera hora mágica donde el film parece una cinta de acción real filmada como una de animación y donde se nos describe su personaje principal, sus principales socios y el significado de sus sueños. En ese fragmento, Zemeckis parece incluso que se contagie del espíritu de Jean Pierre Jeunet, quizá no tan caricaturesco, pero igual de dinámico.

Después, a Zemeckis lo vemos en una segunda parte, que parece sacada de un film de atracos, donde la banda «prepara» su misión. Esa es la parte más «delicada» del film. Si bien es solvente y muy bien filmada, no es tan «atractiva», más común y se antoja algo extendida. Pero tranquilos, porque el clímax final es para ponerse a aplaudir. Porque aquí, The Walk se convierte…en el Gravity de este año…

Vértigo. El desafío (The Walk) da vértigo. Pero además, es mucho más que eso. Sinceramente, creo que es difícil no quedar tan fascinado como los propios testigos de la auténtica hazaña del verdadero Petit. Y también es difícil no emocionarse no ver todo lo que esta representa. Muchos sentimientos llegan al final y también sentimientos y preguntas. Pero una cosa está clara: Zemeckis ha hecho una carta de amor a la vida y al cine.  Y lo ha hecho con una clase y una maestría digna de su nombre.

¿Y qué puedo decir ante eso? Chapeau Monsieur Zemeckis y también para Joseph Gordon-Levitt por hacernos creer, no sólo que es francés, sino que es el mejor equilibrista que uno recuerda en una pantalla de cine. Así que id a verla. Os hará sentir. Porqué The Walk no es solo otra película basada en un hecho real.  Tiene alma. Tiene vida. Tiene cine.

JOAN BOTER ARJONA.-

 

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