En octubre de hace 60 años se estreno la comedia romántica: Desayuno con diamantes, dirigida por Blake Edwards y protagonizada por Audrey Hepburn (Holly Golightly) y George Peppard (Paul Varjak). Y este filme es mucho más de lo que parece. Aquí nos encontramos al mismo arquetipo de personaje en versión femenina y masculina, son dos protagonistas perdidos en Nueva York, y con un futuro lleno de nubarrones; Holly Golightly y Paul Varjak deambulan por una ciudad grande y cosmopolita, pero tienen carencias de todo tipo, ella piensa que no existe la felicidad sin dinero, por eso quiere enamorar a un millonario aunque ella no este enamorada y él es un escritor que busca el amor pero a la vez se beneficia de una mecenas que le suele pagar “por todo”.
Ya que conocemos a los dos protagonistas es el momento de meternos en la película. Aunque primero, vamos a ir al génesis de este relato. Se trata de una novela de Truman Capote en 1958 y a él nunca le gusto esta versión cinematográfica porque pensaba que sus personajes estaban desmaquillados, es cierto que en la novela sus protagonistas son escorts y en la película sólo se sugiere esta profesión. Blake Edwards la quiso hacer para todos los públicos, tal vez medio ignorando la crudeza que se muestra en lo que cuenta Truman Capote.
Desayuno con diamantes adquiere otra dimensión, no es sólo ver a una adorable Audrey Hepburn y a un atractivo George Peppard, esta película nos invita a sumergirnos en una realidad de supervivencia en la gran ciudad que todo tiene, pero nada regala. El film nos enseña que las personas cuando están en extremada necesidad son capaces de vender hasta su cuerpo para vivir.
El segundo argumento que nos muestra es mucho más agradable porque ellos buscan su felicidad por media del arte. Él es escritor, que ha publicado un libro de cuentos, y ella es simplemente arte andante, una persona que se atreve a guardar el teléfono fijo en la maleta para amortiguar el sonido; pero tanto Holly Golightly como Paul Varjak ,aunque tienen cosas en común y persiguen su tranquilidad, afrontan sus vidas de forma diferentes. Paul sabe que a veces actúa mal y quiere poner un remedio a su día a día, mientras que Holly aunque sabe que ese no es el camino lo admite porque piensa que la verdadera felicidad se consigue con dinero.
¿Cómo llegó Desayuno con diamantes a ser un clásico de nuestras vidas? Es el eterno dilema de las adaptaciones cinematográficas; pero, ¿cómo se debe tratar a un libro para que sea una gran película?
Este clásico enriqueció al libro porque su crudeza no deja de estar presente en el filme pero el contenido es fuerte; quiero decir, que la verdadera vida que llevan Holly y Paul la ocultan, en esta versión cinematográfica no se dicen las cosas crudas tan explicitas como la obra literaria, en vez de eso Blake Edwards nos obliga a ir por un camino cinematográfico sin baches y nos enseña la alocada vida neoyorkina de la década de los sesenta del siglo XX donde siguen habiendo lugares para perderse y soñar.
En Desayuno con diamantes todo es especial pero dentro de lo especial, dentro de los personajes tiernos y realistas vemos que los rodea un canto al amor por una ciudad donde los caminos terminan en la joyería Tiffanys que simboliza la libertad de Holly, y un descubrimiento de una nueva forma de vida para Paul. Por esta razón, este film hace un homenaje al libro, pero en éste el director creó otra mirada de la misma historia.
Los protagonistas viven en un cambio de mentalidad haciendo una progresión dentro de ellos mismos. Así vemos un mundo de rock and roll, pero que en ese mundo todavía resiste el jazz, esta película irradia una juventud que poco a poco se ha quedado atrás. Hoy la vemos como una de esas comedias que de vez en cuando nos regalaba la industria cinematográfica para tatuar en nosotros actuaciones de interpretes que hoy en día seria imposible repetir.
Otro sus protagonista es su banda sonora compuesta por un Henry Mancini, en estado de gracia, donde su canción Moon river todavía esta en el recuerdo, tal vez Desayuno con diamantes sea para mucha gente la película donde canta Audrey Hepburn con una guitarra y que de manera magistral la propia canción cuenta el conflicto de esta comedía romántica.
Dentro de los clásicos de este Hollywood que atisbaba ya una modernidad cinematográfica enmarcamos como uno de esas películas de cambio a Desayuno con diamantes que aunque parezca lo que no es,siempre nos vemos reflejados en sus personajes.
¿Qué tiene esta película que a todo el mundo le sigue sacando una sonrisa sesenta años después de su estreno? Para los verdaderos cinéfilos, Desayuno con diamantes es una de las joyas que siempre vuelven a ella porque hay una sencillez y verdad que ahora es muy difícil de encontrar.
¿Las comedias románticas de ahora en que han evolucionado desde la década de los sesenta del siglo pasado? Para responder a esto no nos podemos quedar con la frase: – Es que ya no se hacen películas cómo las de antes – Si nos paramos en esta reflexión pensamos que en el séptimo arte ya no hay originalidad y eso seria la muerte del propio cine.
Fijémonos ahora en el contexto histórico en la que se rodó esta hermosa película y nos daremos cuenta que la vida de aquel entonces era una época de cambio de mentalidad…
Y claro, Desayuno con diamantes va con este cambio; a partir de la década de los 60 del siglo XX el ser humano perdió el miedo a expresarse y el cine estaba experimentando con nuevos directores entre los que destacan: Sidney Pollack (Bailar, bailar malditos), John Schlesinger (Cowboy de medianoche) o Sidney Lumet (Tarde de perros)… Nuevos actores como: Jon Voight (El regreso), Jane Fonda (La jauría humana) o Robert Duvall (Apocalipsis Now), que ya no tenían miedo a expresar sus ideas; tal vez el cine empezó a ser más urbano y político y esta película, que estamos tratando, actúa de puente entre el cine dorado y el cine reivindicativo que empezó en esa década y siguió en las siguiente… El público de aquel entonces acepto el cambio como algo natural y la industria se volvió un poco más empática con los problemas de una sociedad que estaba apunto de dividirse entre pequeños fragmentos culturales: En aquella época se juntaron los hippie con los conservadores, los soldados con los artistas… Todo era un batiburrillo que termino de estallar con la llegada del hombre a la luna y la interminable guerra de Vietnam.
“Érase una vez una bonita y escuálida muchacha…” Lo escribe el protagonista masculino en su maquina de escribir refiriéndose a Holly, justo antes de que ella cantase Moon river sentada en la ventana de su casa; y posiblemente, sea la secuencia que da un sentido intimista a este filme y cuando el espectador se da cuenta que hay algo más escondido en el celuloide.
Tal vez Desayuno con diamantes sea una película distinta para cada cinéfilo, pero dentro de su crudeza siempre hay un mundo por descubrir y nunca envejece porque las grandes películas pertenecen a todo aquel que las admira.
JORGE GIRBAU BUSTOS.-