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La jaula dorada, es la ópera prima del portugués Ruben Alves sorprende. Y mucho. Muchas veces se han llevado a la gran pantalla historias acerca de la inmigración. Esta es una historia escrita con el corazón, que se alegra y que sufre con cada vaivén de la vida.
El reparto, encabezado por el internacional Joaquim de Almeida y la reveladora Rita Blanco, nos cuenta, partiendo de algunos tópicos y sabiendo alternar notas dulces y alegres con otras de más amargas y nostálgicas, el día a día de dos inmigrantes portugueses que llevan más de 30 años en Francia. Ella es María, la portera de un elegante edificio de los barrios altos parisinos y él, José, operario de la construcción. Sus hijos, ya nacidos en Francia, son un joven adolescente con ínfulas de petit borgeoise, y una acomplejada chica, cuya pareja es el hijo del jefe de su padre (que traerá más de un quebradero de cabeza a su familia). Alrededor de estos personajes pivotan un notable elenco de secundarios portugueses especialmente (la hermana y familia de María) y algunos franceses (como los consuegros de la pareja protagonista). Así pues, la cinta pone sobre la palestra las no siempre fáciles relaciones franco-portuguesas, a través de distintas situaciones cotidianas.
La jaula dorada del título hace referencia a que, a pesar de llevar toda una vida en Francia, todavía viven sin haber prosperado profesionalmente, siempre a la sombra de sus «amos» franceses. La vida, les dará una oportunidad que les hará replantearse si se quedan en Francia o vuelven a su añorada Portugal natal.
Este film podría ser una especie de Ocho apellidos portugueses, aunque nos ha parecido mucho más acertada que la revienta-taquillas española de Emilio Martínez-Lazaro. Y con notas de fado, la película que dignifica la identidad y nacionalidad portuguesa, se degusta con delicia y agrado, como si de un pastelito de Belem se tratase.
SONIA BARROSO.-
