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DE NIÑOS Y DIOSAS
septiembre 24, 2015 Festivales

EL NIÑO Y LA BESTIA CON LOS QUE EL FESTIVAL SE ESTRENÓ EN S.O

Con el anuncio de la inclusión de la película de Mamoru Hosoda en la Sección Oficial, el Festival de San Sebastián incluye por primera vez en la competición una película de animación. Hosoda, responsable de La chica que saltaba a través del tiempo, por ejemplo, escribe y dirige una cinta que ha tenido una buena acogida entre la prensa acreditada en el Festival.

La historia de El niño y la bestia nos cuenta como Kyuta, un niño huérfano de madre y abandonado por el padre, atraviesa por accidente la frontera con un universo paralelo, en el que bestias de todo tipo. El hombre oso Kumatetsu lo tomará como aprendiz. La fuerza física de Kumatetsu, ser anárquico poco acostumbrado a responder por sus actos, contrasta con la fuerza mental de Kyuta, que durante los ochos años que dura su entrenamiento no solo incrementa su agilidad y fuerza física, sino que logra que el aprendizaje sea en los dos sentidos.

Hosoda muestra, a través de estos personajes, como el aprendiz también puede dar lecciones al maestro. Con la aparición de otros personajes, se introducen en la trama otros temas como el abuso escolar, la incomunicación paterno-filial, etc. En todo caso, son personajes bien construidos, con virtudes y debilidades bien definidas.

Técnicamente, el estilo del anime de Hosoda no tiene la delicadeza, o la finura de las películas de Miyazaki, pero el gusto por el detalle (la escenas que suceden en un parking de bicicletas o en el metros, son de un realismo pasmoso) y la caracterización de los personajes están muy logrados, destacando la sutileza con la que se remarca el paso del tiempo. Hay escenas visualmente muy atractivas, como la del entrenamiento a lo largo de las estaciones, una composición estéticamente genial, que rebosa belleza.

Es cierto que no tiene ese pozo de dulce melancolía tan presente en mucho de los títulos del Studio Ghibli, pero no lo es menos que al tono de la película esta ausencia le sienta estupendamente. Con mucho más fondo de lo que en un principio pudiera parecer, no son pocas las voces que reclaman su presencia en el palmarés.

MOIRA: SER RESPONSABLE DE LOS ACTOS, PERO NUNCA DUEÑO DE TU FUTURO

En un determinado momento de El padrino III, Michael Corleone (Al Pacino) dice algo parecido a “Justo cuando creía estar fuera, vuelven a meterme dentro…”. El personaje central de la georgiana Moira no pronuncia esta, o ninguna frase similar, pero la película desarrolla esta idea durante sus 95 minutos de duración.

Con un siempre presente sentimiento de predeterminación, asistimos a la salida de prisión de un joven que cumplió condena por no delatar a sus amigos, a su volver a la vida familiar (marcada por la enfermedad de su padre y el abandono de su madre), al retomar relaciones sociales y a intentar conseguir un trabajo que le permita labrarse un futuro. Pero, según avanza la película, sabemos que el destino tiene otros planes para él.

La película se mueve entorno a tres puntos dramáticos: la ruptura matrimonial de los padres, la presión que el entorno de la novia del hijo pequeño ejerce sobre éste, y los intentos de reinserción del excarcelado primogénito. Sobre estos tres ejes, la película avanza relatándonos una historia argumentalmente un tanto previsible y visualmente muy lograda. Y, aunque la película de Levan Tutberidze está estilístamente alejada de su estilo, la contraposición de la calma del entorno con los conflictos que se viven en el interior del domicilio familiar, recuerda a la forma en la que Susanne Bier encuadra sus dramas. Un paisaje marino, normalmente en calma, en cuya orilla los personajes se relacionan, pelean y sufren, todo captado con una fotografía muy efectiva.

Las Moiras, diosas que en la mitología griega regían y tejían el destino, son crueles con esta familia, que aún cuando luchan con las pocas armas que tienen, poco pueden hacer frente al capricho de las tejedoras de sus vidas. Ante esto, la trama avanza de una forma sinuosa, como un drama muy bien equilibrado y muy bien rodado.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

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