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DAVID LYNCH: ENTRE EL SUEÑO Y LA REALIDAD
enero 17, 2021 Articulos

Tristeza infinita. Desconcierto. Extrañeza. Mundos paralelos. Onirismo. Cinefilia. Éxito. Fracaso. Cielo. Infierno. Rompecabezas. Voladuras de cabeza. Pérdida de inocencia, bien por terrores subconscientes que se manifiestan desde un mundo extraño, que parece surgir del propio yo como un desdoblamiento de personalidad. O bien de un mundo que permanece oculto y que aflora a la superficie como una pesadilla interminable. Todas estas sensaciones y sentimientos en un puño. David Lynch no es un director fácil, que te de sus películas comidas y mascadas. Son de digestiones lentas, difíciles y a posteriori.

EMOCIONES MÁS O MENOS DEPURADAS

Cabeza borradora, su ópera prima, o cómo la no depuración de ideas puede llevar a que los sueños de la razón produzcan monstruos, en blanco y negro, como chispazos eléctricos de soledad y de desesperanza. Debut de Lynch, dispuesto a volar la cabeza del espectador. Así, sin paños calientes. Directa al cerebro. En Cabeza borradora es dónde más se difumina la frontera entre el sueño y la realidad.

Una continuación de ésta, de manera estilística y estilizada, es El hombre Elefante, película dónde el factor íntimo y personal juega mucho. Se trata de un Lynch muy distinto y más emotivo en la adaptación al cine de una historia real: La de John Merrick, un inglés del siglo XIX que padeció una terrible malformación y que fue rechazado por su enfermedad. Lynch le da una nueva vida más emocional a su dramática biografía, teniendo la grandísima interpretación de John Hurt como una de las bazas para conmover, sin caer nunca en sentimentalismos ni sensacionalismos.

THRILLERS HIPNÓTICOS

Vamos a hablar ahora de dos de mis películas preferidas, y me refiero, sin lugar a dudas, de Blue Velvet y de Carretera Perdida, que ocuparían un ex-aecquo en mi hipotético top lynchiano, que yo no sabría desempatar.

Por una parte, Blue Velvet, o cómo una canción de Roy Orbison puede planear de tal manera sobre un film que lo salpique de amores torturados («llevas mi enfermedad dentro de mí», frase mítica para el recuerdo que sale de la boca de la sensual Isabella Rosselini). Un fetichista con el rostro de Dennis Hopper, un joven fascinado e impresionable, encarnado por Kyle MacLachlan, y una novia inocente de corazón roto (¡qué naif Laura Dern!), completan un cuadro de miserias humanas, secuestros y penalidades varias.

Carretera perdida o cómo tras unos compases hipnóticos en la autopista a ritmo del I´m deranged, de David Bowie, nos sumergen en un mundo de perdición, fuckers, femmes fatales, que quieren ser estrellas de cine y acaban en el porno y mucha turbiedad y perversión. Las bajas pasiones humanas en un thriller neo-noir, con una Patricia Arquette fascinante como nunca y un Bill Pullman desconcertante como pocos.

Mullholand Drive es ¿sueño o realidad? Nos encontramos con otro thriller hipnótico, que podría dialogar directamente con Inland Empire, por lo que se refiere al retrato del mundo de las actrices de Hollywood, a esas melifluas lisonjas que emanan del glamour, a esa fina línea que separa el éxito del fracaso. Y con el morbo añadido de ver a Naomie Watts y a Laura Elena Harring con esa química, que completan una experiencia sensorial y emocional.

Inland Empire o 3 horas de pura extrañeza, el descenso a los infiernos de una actriz interpretada de manera soberbia por Laura Dern, con escenas surrealistas, delirantes e hipnóticas, con un tramo final tan inolvidable como desconcertante.

Corazón salvaje o esa crazy love story al compás del Wicked game, de Chris Isaac, con los amantes apasionados Lula y Sailor atrapados en una road movie, con las pasiones como motor de una historia salpicada de amor, sexo, turbiedad. Otro thriller quizás imperfecto, aunque muy interesante.

FANTASÍA DE CIENCIA FICCIÓN

Dune dónde se pone de manifiesto la fascinación melancólica, triste y sucia de Lynch por los ambientes pre-industriales de las ciudades de finales del siglo XIX. Una extrañísima y surrealista adaptación de la novela de ciencia ficción de Frank Herbert, que ahora tendrá una nueva versión muy esperada, a cargo de Denis Villeneuve.

ROAD MOVIE CLÁSICA

Una historia verdadera o la película más clásica de Lynch, que posee una narrativa más convencional. Esta road movie por la América profunda de un vejete montado en un tractor en busca de su hermano es más que un viaje físico, es una odisea emocional capaz de erizar el vello y humedecer los ojos incluso de los más duros e insensibles espectadores.

SUS ACTORES FETICHE

Kyle MacLachlan: El prototipo de la masculinidad en el cine de David Lynch, de una manera bastante peculiar. Por un lado, tenemos al chico inocente, influenciable y enamoradizo de Blue Velvet, por otra, tenemos al detective Dale Cooper, policía perspicaz dónde los haya, de Twin Peaks (la serie) y Twin Peaks. Fuego camina conmigo; y también al joven y carismático líder de Dune.

Laura Dern: Como prototipo de la feminidad en el cine de Lynch: De la inocencia a la vulnerabilidad, de la sensibilidad a la fortaleza. Aparece como la inocente novia de Kyle MacLachlan en Blue Velvet, se destapa como una mujer sexy, fuerte y poderosa en Corazón Salvaje y como una actriz tan vulnerable como fascinante en Inland Empire.

BANDAS SONORAS

No nos podemos olvidar de las bandas sonoras y de los temas musicales como parte fundamental en su filmografía, por ello, este post está salpicado de canciones inolvidables de algunas de las películas más fascinantes de su trayectoria, al menos para la que escribe estas líneas.

En este sentido, la colaboración con el compositor Angelo Badalamenti ha dado auténticas maravillas. La música es una parte indisoluble de sus películas, añadiendo más extrañeza si cabe al onírico paisaje de su filmografía.

COMPASES FINALES

Lynch es un director de esos que no deja indiferente al espectador. Lo amarás o lo odiarás. Aunque tras sus viajes fílmicos no vuelves a ser el mismo. Yo, personalmente, no me considero una experta de Lynch, sino una fan de muchas de sus películas.

En este «Director´s on the box» me he centrado en el Lynch director de cine, aunque me gustaría que os acercarais al Lynch catódico, con Twin Peaks a la cabeza. Así como a ese documento excepcional que es The Art of Life para entender sus otras facetas, no sólo la de cineasta, sino la más intimista y la de pintor. Se trata de un documental extraordinario, en el que Lynch expone muchas de sus ideas y dónde se le aprecia gran parte de su universo onírico y tremendamente fascinante. Hoy 20 de enero, día en el que Lynch cumple 75 años, no podíamos pasar la oportunidad de homenajearle en Facesonthebox.

Por último, dar las gracias a Pedro Carpena, gran amante de la obra de David Lynch por la fructífera conversación lynchiana. 

SONIA BARROSO.-

 

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