DANIEL BRÜHL: EL BARCELONÉS TODOTERRENO

Hasta el momento en los StarsOnTheBox han prevalecido estrellas ya muy consolidadas o existosas del panorama hollywoodiense. Por ello, me hace una ilusión tremenda poder hablaros de un actor que es versátil y al que ningún género parece resistírsele. Drama, comedia, cine histórico, cine de denuncia política y social e, incluso ,cine de superhéroes figuran en el currículum de este actor de 43 años -nacido el 16 de junio de 1978-, de rostro aniñado, facciones angelicales y sonrisa pícara. Daniel Brühl, barcelonés de nacimiento y de padre germano-brasileño, puede presumir de una extensa carrera con 74 títulos. Ha trabajado en cine catalán, español, alemán y hollywoodiense y habla con soltura un montón de idiomas, aparte de castellano, catalán, también alemán, francés e inglés.

Políglota y camaleónico, lo mismo se mete en la piel de un presidente catalán que terminó en tragedia, que de un nazi con ínfulas y cinefilia, que de un piloto de Fórmula 1. Si no es uno de los grandes quizás es por su carácter amigable y tranquilo, que lo hacen alejado del mundillo, ya que todavía vive entre Barcelona y Berlín, muy orgulloso, pues, de sus raíces. Aparte de dedicarse a la interpretación, Brühl ha escrito el libro Un día en Barcelona, tiene un restaurante de tapas en Berlín y también ha hecho sus pinitos como cantante, en un grupo musical llamado Purge e incluso ha cantado en algunas películas como Los Pelayo. Aquí le tenéis y podéis juzgar cómo se le da la faceta de cantante.  Aunque aquí voy a centrarme en su carrera de actor, eligiendo algunos de los títulos que han conformado su trayectoria.

CINE ALEMÁN: LAS PELÍCULAS CON WOLFGANG BECKER

Es posible que las nuevas generaciones le hayan descubierto como Zemo en Capitán América Civil War, aunque yo, personalmente, lo hice hace unos años cuándo fui al cine a ver Goodbye, Lenin, de Wolfgang Becker. En ésta, encarna al hijo de la protagonista que, tras salir su madre del coma, decide orquestar una farsa para que se crea que aún está en la época que ella conoció y amó de la RDA, pero más idealizada. «La Coca Cola es una bebida socialista» es la frase que encierra una manera de querer recuperar una Alemania que jamás ya volvería tras la Caída del Muro de Berlín. Unos años  más tarde, Brühl volvería a trabajar con Wolfgang Becker en Yo y Kaminski, que narra la peculiar relación entre un artista ciego y viejo y el joven y particular periodista que quiere escribirle la biografía. Comedia, drama y road movie en busca de un amor de juventud del pintor ponen el resto. Aquí vemos que el actor alemán hace gala de un sentido del humor que, a veces, roza el absurdo.

En Los Edukadores, Brühl volvió a esos papeles de joven idealista que le vienen como anillos al dedo en una historia sobre tres jóvenes que entran en las casas de los burgueses para mover los muebles y «darles un toque» de atención de sus intenciones capitalistas. Es el más activo ideológicamente de los tres protagonistas y también el más enamoradizo. Y hablando de amor, no fue hasta La condesa, de Julie Delpy dónde pone toda la carne en el asador. En ésta se convierte en el interés amoroso y origen de la obsesión por la belleza y la juventud de la condesa húngara Elizabeth Bathory, que se rumoreaba que asesinaba a mujeres vírgenes para con su sangre conseguir la eterna juventud. Asimismo, destacar la «relación platónico amorosa» que establecía con el pèrsonaje de Judie Dench en La última primavera, de Charles Dance, un bonito cuento sobre un violinista amnésico que llega a la costa de Cornualles y es acogido por dos hermanas lugareñas en el periodo de entreguerras.

Y no nos olvidemos que, aparte de en el cine alemán y en Hollywood, Brühl ha trabajado bastante dentro de nuestras fronteras. Prueba de ello es su intensa interpretación de Puig Antich en Salvador, de Manuel Huerga, con gran carga dramática; su coqueteo con el cine de ciencia-ficción en Eva, de Kike Maíllo, y su papel de «granuja de medio pelo» en Los Pelayo, de Eduard Cortés.

LA CARA MÁS OSCURA DE SUS PERSONAJES

Aunque pueda parecerlo, algunos papeles de Brühl no han sido tan agradables a ojos del espectador, sino que ha transitado por personajes más oscuros, antipáticos u odiosos, directamente. Es el caso del testarudo piloto austríaco de Fórmula 1 Nikki Lauda en el trepidante drama deportivo Rush, de Ron Howard, el oficial nazi cinéfilo y deportista que intenta camelar a Mélanie Laurent en  Malditos bastardos, de Quentin Tarantino; o de Zemo que, últimamente y tras Capitán América Civil War, hemos podido disfrutar en Falcon & Winter Soldier. Más allá del mencionado baile de la foto -una espontánea idea del propio actor, que no estaba previamente en el guión-, su Helmut Zemo fue uno de los secundarios roba-escenas de la reciente miniserie de Marvel. Asimismo, los últimos años le hemos podido ver protagonizando el thriller basado en hechos reales sobre el secuestro de un avión en la ruta entre Tel Aviv y París, 7 días en Entebbe, de José Padilha.

EL FUTURO

En 2021, Daniel tiene pendiente de estreno su debut detrás de las cámaras, Al lado, una comedia por la que vuelve al cine de su país, rodada en alemán, así como formar parte del reparto de campanillas de la tercera entrega The King.s men, dirigida por Matthew Vaughn. En definitiva, Brühl es un actor polifacético, que no ha parado de trabajar desde que se dio a conocer para el gran público en Good bye, Lenin. Currante y todoterreno como pocos, tanto en el cine español, como en el europeo y estadounidense al que auguramos un brillante futuro por delante también con su salto a la dirección. No en vano, un actor de la talla de Benedict Cumberbatch, con el que trabajó en El quinto poder, afirmó que era «gracioso, generoso e inteligente, mezcla de su herencia alemana y española». No vamos a ser nosotros quienes le contradigamos.

SONIA BARROSO.-

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