CRÓNICAS DE NAVIDAD 2, VUELVE EL PAPA NOEL MÁS GAMBERRO

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Crónicas de Navidad 2

Es mejor enfrentarse a Crónicas de Navidad 2 sin demasiadas expectativas, si la primera parte te sorprendió gratamente, como me ocurrió a mí. Encontré en ella un refrescante soplo de originalidad, entre comillas, entre lo que suele ser la cartelera navideña que, normalmente, oscila entre los extremos de la ñoñería azucarada y la acción movie o terror salpicada de sangre (salvo honrosísimas excepciones).

En el caso de la primera, un gamberro Papa Noel, encarnado por Kurt Russell, llenaba la pantalla, eclipsando al resto del reparto, y liderando a un grupo de salvadores de la Navidad por las peligrosas calles de Chicago. El mensaje era el de siempre: paz, amor, la bondad humana que sólo se deja ver en estas fiestas… Pero añadía un plus que la lleva un paso más allá: es la Navidad la que impide que la realidad que vivimos sea aún peor durante el resto del año. Es decir, es el espíritu navideño y la explosión puntual de bondad humana la que impide catástrofes, infelicidad y un odio desatado de mayor envergadura durante el resto del año. Una mala Navidad sólo puede traer una terrible desgracia al mundo. Eso y las aventuras del loco de la barba blanca, blues de la cárcel incluido, me ganó bastante,a pesar de lo tipicorro y edulcorado del resto de los elementos de la película. Sobre todo, se me atragantó el tema de la verdadera creyente (como si de una secta se tratara).

Lo cierto es que pensé que la cosa iría por allí en la segunda parte, pero me equivoqué. Es como más de los mismo, pero sin el soplo de aire fresco. Chris Columbus (Solo en casa o Señora Doubtfire, papá de por vida) dirige una continuación sin sorpresas, basada en el esquema villano que no es tan malo (elfo rebelde), contra héroe carismático que hasta sus defectos son adorables (Papa Noel) y resto de personajes arquetípicos: Mamá Noel como apoyo imprescindible; niña que se enfrenta a la pubertad entrando en su etapa inaguantable y cabezona, un niño lleno de inseguridades…

La protagonista de la primera entrega recoge el testigo del dolor de la pérdida de su hermano, que parece haberse reconciliado totalmente con sus demonios en esta segunda parte y que queda relegado a las sombras de los secundarios casi sin diálogos. Ahora, será la niña la que sufra con gran intensidad la ausencia de su padre, sufrimiento reavivado con el fuego de las perspectivas de la madre por pasar página y comenzar una nueva vida al lado de otro compañero, y la que necesite un empujoncito para volver al buen camino. Vamos, que en ese sentido, la historia se repite, pero ahora en las carnes de la hermana.

A esa línea de la trama se entrelaza un elfo adolescente con necesidad de llamar la atención de su «Papa», aunque mal, por celos y soberbia; una Mamá Noel, con un sentimiento maternal insatisfecho y a la que intentan empujar, sin mucho éxito desde mi punto de vista, a un lugar más prominente que su tradicional papel de la esposa que cuida de Papa Noel… y punto; un niño con la típica historia de superación light de peque miedosillo y sobreprotegido a héroe casi temerario porque las circunstancias lo requieren; un Papa Noel que nos presenta, de nuevo, la faceta más gamberra y chispeante de su personaje; Y… Y nada más. ¡Ah! Sí. Animalitos monos (hasta los malvadotes) y elfos entre adorables, locos e inquietantes, generados por ordenador, una buena baza de cara a impresionar a los más peques de la casa. Demasiados elementos metidos en una coctelera agitada con efectos especiales, luces y espíritu navideño.Esta amalgama, que se extiende sus buenas dos horas, la hace un pelín pesada.

Por supuesto, como era de esperar, han incluido otro número musical del marchoso Santa, que intenta emular al blues de la cárcel, pero que no tiene nada que ver: El rock del Aeropuerto. Agradable de ver, pero nada reseñable. Eso me lleva al doblaje. Últimamente las películas de Netflix fallan estrepitosamente en este sentido. Mi recomendación es verla en inglés.

Personalmente, me ha hecho especial gracia esa lucha generacional entre padres y adolescentes que se refleja, aunque sin profundizar demasiado, de dos formas diferentes, en la relación de la hija y la madre y la del elfo rebelde y Papa Noel.

En definitiva, es una buena apuesta para una sesión de cine familiar durante estas fiestas. Es entretenida, exalta valores basados en la bondad y el amor, y terminas de verla con una sonrisa en los labios. Que más le puedes pedir. Y, bueno, ya sabéis. Hay que creer y ser bueno.

DÁCIL MUÑOZ.-

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