CRASH LUCE IGUAL DE TRANGRESORA 25 AÑOS DESPUÉS

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David Cronenberg presenta el reestreno de Crash recordando cómo fue catalogada en su día de pornográfica, obscena y provocadora, entre mil adjetivos despectivos más. Sin embargo, se alzó con el Premio especial del jurado en el Festival de Cannes y aquí estamos, veinticinco años después, viendo su restauración en 4k y hablando otra vez de ella. De hecho, podríamos reconocer que sus detractores llevaban cierta razón. Crash era, efectivamente, una cinta provocadora, algo obscena y que rozaba lo pornográfico. Y lo sigue siendo, afortunadamente…supongo.

La controvertida obra de Cronenberg (basada en el libro de J. G. Ballard) es de esas películas que te deja totalmente atónito, preguntándote qué acabas de presenciar una vez se encienden de nuevo las luces de la sala. Una orgía constante de sexo y accidentes de coche que alimentan las pasiones más oscuras de los protagonistas. Todo empieza cuando James Ballard (James Spader) choca con otro coche en la autopista y es ingresado en el hospital. Ahí se encuentra a la copiloto que iba en el otro vehículo, y después de un desenfrenado encuentro sexual en un concurrido aparcamiento, acaba conociéndola a ella y a sus lunáticos amigos. Un peculiar grupo de gente cuya principal meta es recrear espectaculares accidentes de coche y satisfacer al mismo tiempo sus extrañas filias sexuales, estrechamente relacionadas con la adrenalina que les proporcionan los siniestros.

A partir de ahí, somos testigos del descenso de Ballard y su pareja sexual predilecta, Catherine (Deborah Kara Unger), hacia las oscuras, violentas y desconcertantes prácticas de sus nuevos amigos. Las filias del grupo se convierten en sus propios deseos y su ya preexistente adicción al sexo evoluciona y se mezcla con su nueva y mortífera pasión por los accidentes de coche.

Crash convierte al público en su aliado incondicional. James y Catherine no caminan solos en su aventura hacia este mundo decadente, sino que cuentan con el voyerismo de toda una sala, entregada a la retorcida obscenidad que se presenta en pantalla.

Una obscenidad que incomoda a todos los espectadores por igual, ya sea porque les disgusta  lo que ven o, aún peor, porque se sienten atraídos por ello, cómplices de los oscuros deseos de los personajes.

Crash es sexo, sexo y más sexo. Accidentes, violencia y muerte. Pero también es mucho más. Una cinta que fue polémica cuando se estrenó, lo sigue siendo en la actualidad y seguirá siéndolo durante mucho tiempo. Porque es una película original. Diferente. De esas con el – dudoso – honor de dividir a su audiencia entre amantes incondicionales e incansables detractores (o, incluso, censores).

En definitiva, uno de esos filmes que hay que ver para poder entender su trascendencia y su capacidad de polarizar al público.
Una perturbadora película que, si algo puede prometer, es que no dejará a nadie indiferente.

MARTÍ ESTEBAN.-

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