CHICOS BUENOS: COMING OF AGE SALVAJE

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Chicos buenos es una comedia gamberra y alocada en la línea de títulos como Supersalidos o Superfumados, con las que comparten algunos elementos, aparte de unos de sus productores, Seth Rogen. Las tres películas tienen en común ser un canto a la amistad masculina en diferentes edades y cuyos protagonistas se verán envueltos en rocambolescas y disparatadas situaciones relacionadas con el sexo, el alcohol y las drogas, mientras intentan «ligarse» a las mejores chicas en fiestas y quitarse el estigma de ser los «perdedores» de su clase.

En esta ocasión, a diferencia de las dos películas mencionadas anteriormente, aquí sus protagonistas son tres pre-adolescentes de 12 años que vivirán las mil y una peripecias -a cuál más surrealista y «desfasada» antes de asistir a una fiesta «kissing party»- teniendo que vérselas con dos chicas jóvenes adictas a drogas sexuales. Y no contamos más. Estas disparatadas desdichas unirán o separarán a estos tres chavales miembros de la «banda del puf» y pondrán a prueba su amistad, así como su crecimiento personal de niños a adolescentes. Así pues, podríamos decir que este film se inscribe en el subgénero llamado «coming-of-age», tránsito de la infancia a la adolescencia, a lo bestia, pues la comedia es de lo más disparatada y salvaje, ya que utiliza lenguaje atrevido y referencias sexuales, así como al alcohol y las drogas. Aún así, la ternura y el carisma que derrochan sus tres jóvenes actores,  Jacob Tremblay (La habitación, Wonder), Keith L.Williams y Brady Noon y su evidente complicidad, que traspasa la pantalla, hace que incluso uno pueda sentir empatía por estos tres críos jugando a ser mayores. Asimismo, la película también toca temas como la adicción a las drogas, el sexo, los primeros romances, el bullying, las consecuencias de un divorcio inesperado, etc.

Y, aunque no todos los gags y situaciones funcionan igual -y algunas secuencias nos recuerdan demasiado a Supersalidos y Superfumados en versión mini-, Chicos buenos no deja un momento de respiro al espectador, ya que tiene un ritmo desbordante, así que el entretenimiento, la diversión y el delirio están asegurados.

SONIA BARROSO.-

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