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BURNING, ASSASSINATION NATION Y BAMBOO DOGS
octubre 11, 2018 Articulos

Burning, de Lee Chan-Dong, está basada en el relato Quemar graneros, dentro del libro El elefante desaparece, de  Hakuri  Murakami, que tiene como principales bazas un cuidado estudio de las relaciones humanas a tres bandas en una historia intimista en la que la soledad tendrá un papel clave. Jongsoo es un joven aspirante a escritor que está secretamente enamorado de Haemi, una chica con la que estudió de pequeño y que es un alma y espíritu libre, con «hambres mayores» de conocer el mundo y dar un sentido a su vida decide irse de viaje a Nairobi. Pero a la vuelta, regresará con Ben, un joven, rico y seductor apodado por Jongso como El Gran Gatsby, por el que se ha dejado deslumbrar. Jongsoo aceptará su papel de amigo de manera silente y resignada hasta de Haemi desaparece un día sin dejar rastro.

Partiendo del drama de personajes, la película va derivando, de manera inevitable, hacia el thriller, pero nunca sin grandes estridencias. Es una película de pequeños grandes momentos y de sutilezas, donde lo que se intuye es más importante incluso que lo que se dice.

Además, su cocción lenta nunca molesta, siempre y cuándo uno conozca las cadencias expresivas y narrativas del cine oriental, en general, y de coreano, en particular. Algo que nos ha sorprendido positivamente de este pequeño gran film es su capacidad por crear instantes de gran magia y poesía en lo cotidiano -hay escenas de una gran belleza, tales como la de Haemi semi-desnuda bailando al atardecer-. Una delicia para descubrir y dejarse envolver progresivamente, especialmente para aquellos amantes del buen cine y del cine de autor de qualité.

Assassination Nation (Nación Salvaje, de Sam Levinson, es la película que justifica un festival como Sitges. ¿Y por qué os comento esto? Porque contiene todos los ingredientes para estar en este certamen. Por un lado, realiza una necesaria autoflagelación sobre la cultura online actual, los peligros de la sobre exposición en las redes sociales y  la invasión de la intimidad, etc- y, por otro,  es una crítica a la falsa y doble moralidad. Y todo ello lo cuenta a través de 4 jóvenes compañeras de instituto de la localidad americana de Salem que, por una serie de incidentes en redes sociales con sus novios, acosadores, etc se verán envueltas en una «caza de brujas» de proporciones épicas para la cuál sólo quedará enfrentarse para sobrevivir, haciendo un alegato a la feminidad y a la necesidad de que toda mujer, sea como sea su manera de ser o de comportarse tiene que ser libre, respetada y valorada.

Si en principio estas jovencitas, aunque sobradamente experimentadas y ataviadas en mini-falda y mini-shorts hablando sin tapujos de «comer pollas y coños» y otras experiencias sexuales, bien podrían salir de una película de Harmony Korine, progresivamente vamos viendo que esto no va a ser ni Spring Breakers ni una película de High School ni nada parecido a la serie Riverdale, ni mucho menos. No nos confundamos.

Lo más llamativo es el cóctel resultante entre crítica social y slaher puro y duro, con unas «brujas» que se convertirán en cazadoras para no ser cazadas en una orgía sangrienta de tiros, ultraviolencia y mensajes que van de la esfera  personal hasta la social e incluso, a la más política. Una película que despertará amores apasionados y odios furibundos, creo que no habrá término medio. Eso sí, de la que nadie saldrá indiferente ni indemne. En mi sesión matinal ha arrancado muchísimos aplausos y no he visto deserciones de público fuera del Auditori, lo que ya puede ser indicativo de que algún premio va a «rascar» seguro. En el cast, destacan Odessa Young como la protagonista Lily, desencadenante de todos los acontecimientos, bien secundada por Hari Nef, Suki Waterhouse, Ebra y Bill Skaarsgard (sí, el payaso Pennywise de It) quien interpreta al novio de Lily en un corto pero contundente rol.

En Noves Visions ha venido el director Khvan de la Cruz a presentar Bamboo Dogs a Cines Prado. Se trata de una película basada en un hecho real acontecido en Filipinas en la década de los 90 cuando dos policías se vieron obligados a custodiar a dos criminales de una banda y, a mitad del camino del furgón policial, decidieron si llevarlos y obedecer órdenes o todo lo contrario. Rodada casi íntegramente dentro de una furgoneta en plena noche, por lo que la película adolece de ser demasiado oscura -hasta el punto de que cuesta reconocer y distinguir rostros y personajes- y un poco claustrofóbica, no deja de ser un film radical y muy experimental.

Una de sus bazas es el guión, que le da bastante dinamismo y que contiene muchísimo sentido del humor. No obstante, se nos ha hecho un poco larga y cuesta arriba, al ser todo rodado en «interior noche», como acabo de explicaros. Aún así, está a las antípodas del cine de género que proviene de Filipinas y queda como una curiosa pieza de cámara y de autor, que puede interesar a aquellos amantes de las rarezas procedentes de cinematografías exóticas.

SONIA BARROSO. –

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