Desde el 9 hasta el 13 de octubre se ha celebrado en Bilbao el festival de cine etnográfico más antiguo de Europa, conocido como NAFA Film Festival (lo organiza el Nordic Anthropological Film Association). Este año la ciudad elegida para acoger este prestigioso certamen internacional ha sido Bilbao, y esto ha sido posible gracias a la iniciativa de Hau taldea, que es un grupo de investigación interdisciplinario compuesto por varios profesores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), todos ellos interesados de un modo u otro en la antropología visual.
Aparte de las 18 películas elegidas por el comité de selección del NAFA, por las mañanas se ha celebrado un simposio titulado Carácter y destino: Reflexiones en torno al cine etnográfico y el documental contemporáneo donde se ha podido debatir sobre todo tipo de cuestiones relacionadas con el ejercicio antropológico. Entre los invitados que han tomado parte en dichas conferencias hay que destacar la figura de Jean Paul Sniadecki, antropólogo estadounidense que actualmente reside en China y que, pese a su juventud, ha conseguido labrarse una exitosa carrera como cineasta. Foreign Parts, fue la película ganadora del Punto de Vista del 2011, y en Bilbao se han podido ver todas sus obras de mayor relevancia.
Una de las claves de la disciplina de la antropología social es que trata de conocer al otro mediante la técnica conocida como trabajo de campo, para que de este modo el antropólogo pueda estudiar in situ el objeto de estudio que le interesa. Y por ello son muchas las propuestas que hacen hincapié en la directa y activa participación de los nativos en el proceso de creación del documental. La colaboración entre el cineasta y los habitantes del lugar es una de las claves para entender la antropología, ya que, su último objetivo es tratar de reivindicar la diversidad de las sociedades humanas. Es decir, que todos los pueblos que habitan esta tierra merecen el mismo respeto y consideración, y que todas las formas de vida son igual de válidas para poder enfrentarse a la vida. El antropólogo quiere investigar a esas sociedades consideradas extrañas para encontrar lo que nos hace humanos, o lo que es lo mismo, para averiguar lo que hay de universal en todas y cada una de ellas. A través de la comparación de las distintas culturas los mundos que al principio puedan parecer distintos convergen en una sola, que es la humanidad. Por todo ello, la mayoría de los autores tratan de mostrar la perspectiva de los propios habitantes, dando a entender que ellos son los verdaderos protagonistas de la historia.
We want (u) to know de Ella Pugliese es una obra que recoge los testimonios de los habitantes de un pueblo de Camboya, que sufrieron en sus propias carnes la represión y la violencia del régimen de los jemeres rojos. La directora aprovecha la celebración del juicio donde se van a juzgar a algunos de los autores que cometieron esas matanzas para preguntarle a los camboyanos de a pie por sus experiencias. Experiencias que por su carga dramática y afectiva no han podido ser olvidadas aunque hayan pasado más de 3 décadas desde que ocurrió todo aquello. El pueblo entero se vuelca con el documental, y el efecto que produce en ellos todo este proceso acaba en una auténtica catarsis. Por fin, después de tantos años de olvido, alguien ha querido escuchar lo que tenían que decir, y para muchos de ellos es como una especie de liberación. Además, está claro que mientras participaban en el documental los lazos del grupo social se han hecho más fuertes que antes, porque han podido compartir recuerdos que habitaban en lo más hondo de su ser.
Por otra parte, Border Diaries de Irene Gutierrez recoge las vivencias de un grupo de africanos que intentan entrar en España desde Marruecos. Y es magnífico poder observar la fe que demuestran esas personas que no tienen miedo de nada, aunque sean conscientes del peligro que corren al embarcarse en una aventura como esa. Al menos si no llegan a su destino, su vitalidad nunca será destruida.
Siguiendo en esta línea de dar voz a los que no la tienen, el cortometraje Our Missionaries de Martin Gruber recoge las opiniones de los musulmanes de Guinea que no están dispuestos a que los misioneros les impongan su fe. Y African Urban Dreams, de Noe Mendelle trata de dilucidar algunas claves para comprender el cambio de mentalidad que se está dando en Maputo, ciudad en la que el proceso de urbanización se está acelerando rápidamente y sin control. Y para ello recoge varios testimonios de personas que viven en ella, sus sueños, y los problemas a los que tienen que enfrentarse en el día a día.
Man of nature and me, de Orsolya Veraart, es un homenaje a Gabi, un ciudadano rumano que decidió dejar la ciudad para irse a vivir al campo, lugar donde se siente más libre que ninguna otra persona en el mundo. Y la directora nos muestra una faceta desconocida de un hombre que vive en las montañas, al parecer es una especie de poeta y filósofo. Y por último, Ian McDonald nos trae la historia de unos niños indios que juegan al ajedrez, a pesar de ser ciegos: Algorithms. Four Moves in, we are all blind.
Para sorpresa del público ha habido otras propuestas que se asemejan al género de terror, puesto que, no han faltado ni exorcismos ni espíritus malignos. La espectacular y perturbadora producción danesa titulada Descending with Angels compara dos maneras de curar los problemas psicológicos, se trata de la psiquiatría de Occidente por una parte, y el exorcismo practicado por los musulmanes, por otra. El autor de la obra no pretende contraponer las dos técnicas como si fueran completamente contrarias entre sí, sino que las pone al mismo nivel. Ese ejercicio de respeto hacia el conocimiento del otro puede suponer todo un reto para el espectador occidental, que está ensimismado en su propio mundo, en esa jaula de oro que resplandece a lo lejos, pero que cuando se mira desde otra perspectiva pierde todo su esplendor y muestra las miserias del pensamiento único. Lo que nos intenta decir el joven Christian Suhr es que la magia y el conocimiento científico no son tan diferentes, al fin y al cabo. De ninguna manera se puede despreciar el conocimiento del otro basándose en nuestros prejuicios que sólo consiguen nublarnos la vista. Es realmente una obra sugerente.
Stori Tumbuna: Ancestors’ Tales, de Paul Wolffram, juega con los prejuicios del público, ya que cuestiona algunos de los fundamentos más esenciales de la sociedad moderna, como puede ser el concepto de la realidad misma. Se trata de una película que intenta averiguar un misterio insondable. Según la leyenda, en un bosque de Papúa Nueva Guinea vive un espíritu maligno que acaba con los hombres que se atreven a entrar en ella, y el mismo autor de la película se adentrará en ese maldito lugar para averiguar si es cierto lo que cuentan los aldeanos. La frontera que puede existir entre la realidad y la ficción (lo virtual), que parece que se ha diluido notablemente en la época de la posmodernidad haciendo mucho más difícil diferenciar los dos estados, no es solamente cosa de sociedades llamadas avanzadas, es intrínseca al género humano. Es por eso que cabría afirmarse que la ficción y la realidad se retroalimentan invariablemente desde que el mundo es mundo, porque están hechos de la misma materia.
JEAN PAUL SNIADECKI, UNA FIGURA A REIVINDICAR
Y para terminar, quiero repasar la obra de ese autor tan admirado que se ha convertido Jean Paul Sniadecki en unos pocos años. En Chai qian (Demolition), su obrá más convencional, nos muestra la vida diaria de los obreros que trabajan entre los escombros de edificios en ruinas de la China actual, tema recurrente hoy en día, todo hay que decirlo. Naturaleza muerta (2006) de Jia Zhang-Ke es seguramente la obra más famosa de esa China gris y contradictoria que se alzó con el León de Oro en Venecia. Sin embargo, sus últimas obras como pueden ser People’s Park (2012) y Yumen (2013) son mucho más estilizadas y estéticas, es decir, se alejan completamente del cine etnográfico clásico que hemos analizado en la primera parte de este artículo. La valentía que demuestra Sniadecki a la hora de crear su universo es envidiable y la experimentación por la que aboga convierte su obra en objeto de culto para aquellos espectadores que desean ver algo nuevo en un mundo tan cambiante. Sniadecki está a la vanguardia de ese cine que no entiende de barreras, y no tiene ningún complejo a la hora de buscar otros lenguajes que a la vez resulten sugerentes. La elegancia que demuestra con cada plano con que nos deleita es digna de elogio, ya que, estéticamente son exquisitas.
People’s Park es una película que nos muestra la gente del parque Chengdu, y consta de una sola toma. Aparte de grabar las actividades que realizan los chinos (comen, beben, y pasean), lo interesante de la cinta es poder observar de primera mano las reacciones que suscita la cámara de un americano alto y rubio, que no cesa nunca de moverse y que camina con suma suavidad y cuidado. Quizá la reacción de los chinos cuando son enfocados por la cámara pueda tomarse como muestra de su personalidad como pueblo. Un pueblo respetuoso, y amigable. Una sola toma, y un solo objetivo, que es la de filmar a las gentes que disfrutan de su sábado en el parque. Y en Yumen muestra un pueblo abandonado y desolado, pero de una manera muy peculiar. Está claro que no tiene nada que ver con el estilo de Chai qian, ya que, en este caso, se decanta por la experimentación, el juego. La melódica música que se escucha contrasta inevitablemente con el desértico paisaje que se nos muestra. Los pocos habitantes que han decidido quedarse nos deleitan con sus expresiones artísticas, como pueden ser la pintura o el baile. Se trata de una película extraña y muy curiosa y con este documento quiere denunciar la situación en la que viven los habitantes que no desean emigrar a las grandes urbes de esa nueva China. Esa China que está absorbiendo lo viejo de manera increíble. Estoy seguro de que el cine de Sniadecki trascenderá el ámbito puramente antropológico y que con el tiempo llegará a otros públicos más amplios. El tiempo lo dirá.
BEÑAT EIZAGIRRE INDO.-