La sitcom es uno de los subgéneros de comedia que ha calado más por ser populares desde sus inicios en los años 60. Su formato corto y acción cerrada la convierten en un producto de evasión, perfecto para una sociedad que necesita esos chispazos de confort en esta alocada rutina diaria que nos proporciona el sistema neoliberal y, es por eso, que USA era el lugar perfecto para nacer. Y, en parte, de eso va Being the Ricardos, ya que trata de la pionera I love Lucy, un auténtico fenómeno que inauguró las comedias de situación y reflejaba la sociedad del momento en los años 60 (y cuyo impacto en la cultura estadounidense aún perdura).
Por este motivo, el guionista y el director Aaron Sorkin tenía la oportunidad de mostrar una mirada crítica e ingeniosa como nos tiene acostumbrados, ya sea en trabajos en cine como la más reciente El juicio de los 7 de Chicago o en televisión como en The West Wing o Studio 60 on The Sunset Street, que también trataba las bambalinas de un show de humor. El problema para este cronista (y en cierto modo seguidor de la obra de este autor y ajeno al fenómeno Lucy, las cosas como son) es que creo que se trata de unos de sus trabajos menos logrados. Durante la mayor parte del metraje, el film parece una recopilación de los peores tics de sus guiones, además que, salvo en contadas ocasiones, falta chispa y sobra piloto automático en los diálogos. Tampoco ayuda un montaje caótico con dos líneas de tiempo, que parecen estorbarse una a la otra, y transiciones documentales, que aún hacen el conjunto mas farragoso. Y con respecto a la temática, a la cinta casi le cuesta una hora despegar. Sorkin retrata mejor el conflicto de la representación en la ficción que el McCartismo, pero da la sensación en general que intenta abarcar mucho y profundiza poco.
Con respecto a los actores, la cosa está bastante mejor que el texto que tienen entre manos. Javier Bardem saca a cuestas un Desi bastante estereotipado, gracias a su carisma y buen hacer, al igual que un sobrio J.K. Simmons. Sin embargo, falla Nicole Kidman no tanto como Lucy (cuyo mimetismo cómico esta bastante acertado), sino como Lucille Ball. Y es que si de un tiempo a esta parte Nicole Kidman luce un rostro más artificial de por sí, el maquillaje para parecerse a Lucille Ball hace que su actuación sea menos verosímil. Es una gran actriz, pero creo que dichas circunstancias lastran su trabajo de un tiempo a esta parte y, en este film sobre todo, este aspecto reluce más. Un poco como sucedía en Australia, de Baz Luhrmann.
En definitiva, salgo bastante decepcionado de esta película. Una obra que creo que es mas bien justita, rescatada por algunos de sus actores y algunas escenas (lo mejor son los 10 últimos minutos donde también vemos al Sorkin director, casi ausente en el resto de la misma). De lo mas olvidable de este guionista y que espero que solo sea un traspiés en su carrera.
PD: Sí, creo que el episodio piloto de Wandavision es mejor homenaje a I love Lucy que Being the Ricardos.