BANDERAS DE DOBLE FILO             

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Es tan fácil criticar a este Objetivo: La Casa Blanca por sus rasgos como alabarla por ello. Su reaccionario discurso es heredera del de la mitificada productora Cannon que encumbró a Chuck Norris y compañía en estatus de culto para una parte de la generación cinéfila de los 80. Patriotismo exacerbado, Jungla de Cristal anabolizada -cuya Zona Cero es el propio despacho oval y alrededores- y unos terroristas que reflejan los miedos y enemigos del panorama actual.

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Mucha acción y poca originalidad de contenido.

La serie 24 es casi una ficción introspectiva al lado de ésta protagonizada por el actor de 300 y que cuenta con secundarios como Melissa Leo, Dylan McDermott, Robert Foster, Radha Mitchell,Angela Basset, Ashley Judd o Morgan Freeman. La casa por la ventana en cuestión de elenco…Eso sí, difícilmente tal reparto podrá aprovechar la ocasión para sacar entidad dramática a sus roles; mas allá de su presencia actoral. La causa no está por esa labor. Todo empieza cuando un comando norcoreano liderado por Kang (Rick Yune) ataca la Casa Blanca y toma como rehenes al Presidente (Aaron Eckhart) y a su equipo. Banning (Gerard Butler), un agente retirado del Servicio Secreto por un pasado traumático, se verá obligado a entrar de nuevo en acción.

Una premisa mil veces vista, aunque lo sorprendente es el punto de descaro que ha llegado este exploit, y más en estos momentos. Inoportuna o no, la cinta no engaña a nadie. Después de una intro que está de más en el metraje, empieza este festival de propaganda que no deja títere con cabeza y que, sin quererlo, se mueve en la autoparodia de forma descarada. En otras palabras: el público USA es el único que se podrá tomar en serio la propuesta. El resto del mundo, probablemente verá un ególatra cinta de acción tan efectista como absurda, que sí funciona es como acumulación de tópicos y momentos de incredulidad supina, pero nunca como película de acción «seria». Cada uno tendrá que decidir su perspectiva ante el film.

El de este humilde crítico, amante del género, le hubiera gustado amén del ataque inicial, momentos de acción de mejor calado y factura expositiva y unos estereotipos menos funcionales -están reducidos al mínimo denominador y soy defensor del sustrato bien tratado en el cine más pirotécnico-. También que, después de un primer segmento alocado, el film cae en una previsibilidad que parece quedarse sin gasoil a medio metraje; por mucho que no deje de pisar el acelerador del ritmo y que sólo resalta en los instantes dónde la estulticia se apodera del libreto de Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt de forma increíblemente revalorizadora.

Quizá sea pedirle peras al olmo, pero la fotografía es de un maestro como Conrad W. Hal y detrás de las cámaras está el director de Día de Entrenamiento. Porque el producto final es francamente inaudito: pocas veces la línea de la caricatura inconsciente se cruza con tanta evidencia como el film de Antoine Fuqua. Y es que tantas banderas pueden ser un arma de doble filo…

JOAN BOTER ARJONA.-

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