Con una secuencia inicial tan llamativa como perturbadora, toda una declaración de intenciones para hacer crítica de la cultura basura de nuestra sociedad arranca Animales Nocturnos, la segunda y ambiciosa película del diseñador de moda, Tom Ford, tras Un hombre soltero (2009). El film adapta una novela Tres Noches (Tony & Susan), de Austin Wright y presenta tres niveles narrativos que conforman un cóctel dónde la ambición desmedida, la superficialidad, la cobardía, las debilidades, el vacío existencial, la violencia y la venganza son los ingredientes que configuran esta mezcla explosiva.
El primer nivel es la historia de Susan (estupenda Amy Adams en el que va a ser su año), una exitosa galerista de arte, casada con «aparentemente» un empresario apuesto, rico y con ínfulas de príncipe azul. Susan parece tenerlo todo en la vida: Trabajo fabuloso, marido fantástico, casa impresionante, amigos glamourosos….Pero se siente vacía por dentro. Se le empezarán a remover aún más sus entrañas al recibir un manuscrito, un libro dedicado a ella por parte de su ex-marido, Tony (versátil Jake Gyllenhaal) y quedarse completamente atrapada entre sus páginas por una historia novelada, que estará llena de brutalidad y desasosiego. Aquí tenemos el segundo nivel de la trama: Edward (de nuevo Jake Gyllenhaal), su mujer (Isla Fisher) y su hija adolescente topan en la carretera hacia una localidad texana con tres desaprensivos en un coche en la que se va a convertir en la noche más pesadillesca de sus vidas. Suerte que un sheriff con mucho a ganar y poco a perder, interpretado con intensidad por Michael Shannon, se cruzará en el camino de Edward y en el del psicópata Ray (un desagradable y retorcido Aaron Taylor-Johnsson) y sus colegas.
El tercer nivel es el reencuentro y la historia de amor entre Susan y Tony en su época de estudiantes post-universitarios, en la que se pone de manifiesto el carácter de cada uno de ellos y sus pretensiones vitales. Así pues, estos tres niveles van sucediéndose más o menos abruptamente durante la película. Tom Ford sabe crear atmósferas e imágenes que se clavan en la retina, así como momentos desasosegantes. Como propuesta estética es impecable, aunque narrativamente presente algunos problemas en el desarrollo de los tres niveles.
Los animales nocturnos de los que habla el título son tanto aquellos que llevan una vida totalmente fría, materialista y superficial, huyendo de la verdadera felicidad, como aquellos que tienen miedo y cobardía al enfrentarse a los avatares del destino o bien aquellos otros que transitan sin moralidad ni rumbo fijo por las cunetas de la existencia. Y aunque la película es irregular en su desarrollo, las segundas lecturas que se extraen de su visionado hacen de ésta una propuesta tan atractiva, ambiciosa y arriesgada como seguramente, polémica y criticada.
SONIA BARROSO.-