ANIMALES FANTÁSTICOS: BUSCANDO BICHOS Y ALGO MÁS

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Aunque no me considero un fan del universo fantástico de J.K. Rowling admiro todo lo que ha creado y la importancia que ese mundo ha significado para la generación de los milenials. En una sociedad donde nuestros jóvenes parecían casarse definitivamente con la tecnología como única forma de ocio, la escritora británica hizo que una generación volviera a leer y luego, fuera al cine. Desde ese punto de vista, el fenómeno Potter no es equiparable a cualquier otro fenóeno ya no cinematográfico, sino cultural; a excepción claro está, de la saga Star Wars, cuyo camino viendo el devenir de la industria en los próximos años parece caminar paralelamente al mundo de los magos.

No obstante, Animales Fantásticos y dónde encontrarlos no es una precuela al uso. El estilo visual y el tono tiene una continuidad con lo visto anteriormente, pero el enfoque de situaciones y personajes es muy diferente y tiene un evidente tono autoral en la que Rowling usa su posición privilegiada para hacer lo que da la gana con su mundo; lo que resulta muy gratificante en muchos sentidos -aunque considero que en otros no tanto-. ¿Qué quiero decir eso? Pues que Animales Fantásticos es un megablockbuster aparentemente libre que ya no trata solamente sobre escuelas de magia en en el Reino Unido, sino que es capaz de tocar temas adultos o tabús con una naturalidad y elegancia pasmosa en este tipo de producciones. Así pues, Rowling sabe que su público ha crecido y con la libertad que le da Warner puede ir por sendas nunca antes transistadas en este tipo de producciones como configurar un héroe fuera del arquetipo (Un Eddie Redmayne, genial) o una línea argumental oscura que trata temas sociales o políticos perfectamente fusionados en la propuesta.

El gran problema que le veo a la cinta es el de los últimos Potter: La dirección de David Yates. Me parece un director muy frío capaz de ilustrar perfectamente la trama, sobre todo en sus recovecos más oscuros, pero que peca de una morosidad que a veces me resulta impostada y de una falta de brío en los momentos más mágicos o enérgicos. Pero es el director fetiche de Rowling y no va a cambiar al largo de esta nueva saga. Además, el guión de Rowling, aún saliendo con muy buena nota de su primer libreto exclusivo para cine, a veces sobrecarga la historia al querer presentar muchas cosas nuevas e introduce elementos poco definidos sobre todo en referente en la trama de Jon Voight.

Por lo demás, un recreación magnífica del Nueva York de los años 20 (hecha en Londres, ojo), una galería de actores y personajes atípicos, pero fácilmente empáticos y hasta adorables (Kowalski, qué gran acierto) y un retorno al mundo mágico, esta vez sin escuela y con muchos bichos; aunque en esta ocasión, los animales son la punta del iceberg -y el toque necesariamente ligero del film- para una historia que sigue siendo oscura bajo su fachada de polvos mágicos. Recomendada para fans de la saga y los que nunca conocieron el material previo, aunque estos últimos será mejor que estén ya un pelín creciditos.

JOAN BOTER ARJONA.-

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