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EL AMANTE DOBLE: GEMELOS E INSTINTOS CARNALES
septiembre 5, 2017 Articulos

A Ozon le gusta provocar y coquetear con el sexo, el deseo y los sueños no cumplidos. Ya lo hizo en En La Casa, en la piel de un adolescente enamoradizo, inspirado y con mucha imaginación, o en Joven y Bonita, en la que ya aparecía Marine Vacht. No es de extrañar que en El Amante Doble repita con esta protagonista, pues Chloe parece la prolongación de aquella adolescente insegura que ejercía la prostitución para escapar de sí misma. 

En esta ocasión, vemos a una joven insatisfecha con la vida que lleva con un dolor de vientre inexplicable físicamente, que comienza a ir al psicólogo, Paul (Jérémie Rennier) y, poco a poco, tras las sesiones comienza a sentirse mejor y menos vacía y deja la consulta a la par que entabla una relación amorosa con su ya ex terapeuta. Pero un día cree verlo de lejos con una mujer y se desatan sus demonios interiores para tratar de averiguar todo sobre ese hombre con el que comparte vida y dormitorio. 

Y hasta aquí podemos contar sobre este thriller psicológico que explora el oscuro camino de los deseos inhibidos -la excitación que produce ‘hacérselo’ con dos hombres y que encima sean iguales, en este caso-, la frontera que separa el amor, del impulso sexual y de la obsesión. Ozon abraza a otros autores, como Cronenberg, Polanski o De Palma para, partiendo de temas ya conocidos en su filmografía, ir un paso más allá, volviéndose más incómodo, más explícito, más pesadillesco y más provocador para el espectador. 

Jérémie Rennier, en un doble papel, representa las dos caras de una misma moneda, una especie de Doctor Jekyll y Mr.Hyde: Dulce, tímido, encantador, por una parte; y salvaje, lascivo e inquietante, por otra. Mientras que Marine Vacht con esa aparente fragilidad explora en sus propias carnes el deseo femenino y sus contradicciones. Quizás no hay muchas películas que exploren el deseo femenino (y por ende, el masculino) y lo hagan de manera tan violenta y enfermiza como ésta -quizás Shame, de Steve McQueen, que se centraba en los impulsos de un adicto al sexo-. Pero Ozon, además, hace un juego de espejos con la psique humana, con las teorías de los gemelos caníbales, etc.

Se le puede reprochar a Ozon que una idea brillante se le haya ido un poco de las manos y que la película presente más altibajos de los que nos tiene acostumbrados, en su segunda mitad parece buscar más la provocación por el malsano poder de provocar. La inmersión en los turbios mecanismos del deseo es tal que, hay escenas, que consiguen el efecto contrario y encuentran el distanciamiento y el rechazo del espectador. No obstante, si queréis ver un thriller psicológico y erótico (¿o debería decir porno?) os deje con una sensación de náusea y vacío existencial, El amante doble cumplirá vuestros anhelos.

SONIA BARROSO.-

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