AMAMA: TRADICIÓN Y MODERNIDAD

Vamos a dedicar hoy esta crónica a una de las joyas de la Sección Oficial de este año: Amama, de Asier Altuna.

La lucha del ser humano con el medio en el que vive es una constante: Luchas por defenderlo, por abandonarlo, por cambiarlo…Es algo intrínseco a nuestra evolución y a cualquier cultura. Amama, película dirigida por Asier Altuna, es una historia de luchas: Generacionales, del mundo rural y la ciudad, del mantener tradiciones y romperlas. Es también una carta de amor a la familia, a las matriarcas. Y una de las películas más visualmente cautivadoras que veremos en esta Sección Oficial.

La película, de esas a las que se sigue volviendo horas después de salir del pase, plantea unas líneas argumentales que nacen de la tradición, vasca en este caso, y de la permanente lucha generacional por evitar cumplir con un futuro que parece predeterminado. Sin embargo, aunque el caserío es el epicentro emocional de la historia, a todos nos resulta familiar de un modo u otro, independientemente de donde diga nuestro DNI que hemos nacido.

La pelea de cada miembro de la familia, ya sea para desprenderse del rol que le ha sido asignado, o para aferrarse a él, transcurre ante la mirada de esa amama, de esa matriarca ahora espectadora, que ya ha vivido esos mismos conflictos. En cierta manera, es la que mejor entiende que a veces la única forma de avanzar es quedarse quieto, o que antes de romper o cambiar una tradición hay que comprenderla.

Las historias de cada miembro de la familia, de sus relaciones con el resto, se van entrelazando y, en cierta manera, asistimos a ellas sentados al lado de la matriarca, comprendiendo a cada personaje, e identificándonos con ellos según el momento. En ese sentido, el guión es muy hábil. No hay dedos acusadores, no hay buenos/malos; es una continuidad de acción-reacción. Después, será cada espectador el que se sentirá más identificado con alguno de los hijos, o con el padre.

En el apartado audiovisual se trata también de una película muy potente. El hecho de que una de las nietas, Amaia, use el arte como medio de expresión sentimental, da pie a insertar en la película sus proyectos como otro personaje más. Su montaje gráfico final resulta muy conmovedor, y cierra un círculo vital entre la abuela y la nieta. La fotografía de Javier Agirre es una de las más hermosas que hemos visto en esta competición, sobre todo en el acercamiento a la naturaleza (quizás solo superada por la de Sunset Song). El uso de la banda sonora, a cargo de Javi P3Z y Mursego, es también destacable.

El trabajo actoral es impecable en todos los casos. La mirada preocupada de la abuela, incisiva en algunos momentos y perdida en otros; el rictus de un padre que no sabe expresar más sentimiento que los de rabia y frustración, pero que teme a las palabras aunque sean propias; la madre que asiste al desencuentro de sus hijos con el padre. Y esos tres nietos, de personalidades más o menos complejas, muy diferentes entre ellos, que no desean cortar el cordón umbilical que los une a su tierra y a su familia, pero sí aliviar la sensación de asfixia que les produce.

Es difícil tratar de abarcar todo lo que Amama significa de una sentada. Desde un punto de vista emocional, su argumento, y cada una de sus tramas, apelan al conocimiento íntimo que tiene cada uno de esas vivencias; desde el cinematográfico, seduce su manera de plasmar la tradición y la modernidad con el uso de la imagen. En conjunto, y a medio Festival, es ya una de nuestras favoritas.

IMMACULADA PILAR COLOM.-

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