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ALIBI: AGENCIA DE ENGAÑOS: AMOR Y ENREDOS
septiembre 13, 2017 Articulos

El cine francés tiene dos vertientes muy definidas: El cine de autor, más deudor de aquella Nouvelle Vague, y el cine popular. Dentro de la corriente de cine popular, para todos los públicos se encontraría esta Alibi, Agencia de Engaños, de Philipp Lacheau, quien protagoniza esta comedia de enredos con situaciones muy vodevilescas. La idea tiene una cierta gracia y es original: La creación por parte del protagonista de una agencia de coartadas para personas que engañan a sus mujeres, maridos, familias, trabajos, etc, Greg, junto a su socio, Agustín (Julien Arruti, que es prescisamente uno de los guionistas de la película) y junto a un aprendiz, Mehdi (Tarek Boudali). Pero todo se complicará cuando el atractivo Greg conozca a la guapa y pizpireta Flo (Élodie Fontan), la chica de sus sueños, de una manera un tanto pintoresca y compruebe que el padre de ella, Gérard (Didier Bourdon) es uno de los clientes de su agencia y está intentando engañar a su mujer, Mmm MArtín (una espléndida Nathalie Baye) con una aspirante a cantante e ídola de masas. A partir de ahí, se sucederán toda a una serie de peripecias, a la cuál más vodevilesca.

La comedia mezcla varios tipos de humor. Por una parte, nos encontramos ante la típica comedia romántica de enredos. Por otra, también hay escenas que apelan a la comedia más escatológica y salvaje, que no duda a jugar y comprometer incluso a mascotas y animales -lo que no será el agrado de todo tipo de públicos-, Y por último, coquetea con el humor friki, haciendo homenajes cinéfilos a algunas películas de supehéroes, videojuegos o referencias a mitos del cine de los 80´s y 90’s -con lo cuál aseguran la complicidad del espectador más friki-. Por lo tanto, si lo que buscáis es reíros a costa de un entretenimiento light y no complicaros mucho la cabeza, ésta propuesta cumple de sobras, como lo hicieron este verano La Wedding Planner o Un italiano en Noruega. Eso sí, quedaros a escuchar el jocoso tema musical de los créditos finales. No tiene desperdicio.

SONIA BARROSO.-

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