ADIÓS: EN BUSCA DEL CULPABLE

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Adiós

Perder a un ser querido siempre es duro. Sea una amistad, la pareja o un familiar, el dolor del luto es superior a cualquier otro varapalo en la vida. Sin embargo, aún existe un grado más dentro de esta tormentosa travesía. Una sublimación del dolor. Y esta no es otra que la de enterrar a un hijo.

Adiós parte precisamente de esta base. Juan (Mario Casas) acaba de salir de la cárcel y acude a la comunión de su hija junto a su mujer (Natalia de Molina). La familia está reunida por fin y parece que a partir de ahora todo va a mejorar, pero cuando vuelven en coche hacia casa son embestidos por otro vehículo y la niña muere. Al parecer, los culpables son los líderes de las bandas de narcotraficantes que compiten con la familia de Juan por el control de la zona de las 3000 viviendas, en Sevilla. A partir de ahí, Juan empezará a tomarse la justicia por su mano, y no piensa descansar hasta que vea muertos a los asesinos de su niña.

Paco Cabezas dirige una típica película de venganza. Un thriller de alto ritmo que muestra en paralelo los esfuerzos de la policía y los de la familia del protagonista para descubrir quiénes son los causantes del accidente. Dos historias que, sin embargo, se van entrecruzando. De hecho, de ahí sale la parte más interesante de la trama de esta película que, por lo general, no goza de un gran argumento y es algo arquetípica, pero que por suerte gana bastante emoción gracias a algún que otro giro de guión.

Por lo que respecta al reparto, todos están a un buen nivel. Sobre todo Natalia de Molina, y Ruth Díaz y Carlos Bardem en el papel de policías, tienen buenas escenas a lo largo de la película, y consiguen transmitir el sufrimiento de sus personajes. También Casas, que añade a su habitual papel de «malote sentimental» un curioso acento andaluz.

Sin embargo, lo más destacable de Adiós es la dirección de algunas escenas muy bien ejecutadas con distintos recursos, como por ejemplo un plano secuencia de un tiroteo entre bandas, o la yuxtaposición de tres peleas distintas cuerpo a cuerpo como si se tratara de una sola. Y al mismo nivel cabe destacar la fotografía de Pau Esteve Birba, ganador de un Goya en 2014. El juego de luces y sombras que plasma en la película, por lo general muy oscura, es una gozada y tiene escenas de mucho nivel.

Por otro lado, también es interesante la buena ambientación del film. La Sevilla decadente y llena de criminalidad de la zona de las 3000 viviendas, junto al recurso del folclore andaluz y la gran banda sonora de Zeltia Montes, meten fácilmente al espectador en el contexto en que se desarrollan los hechos. Personalmente, no soy muy amante del folclore (sea de la cultura que sea), pero es cierto que casa muy bien con el trasfondo de Adiós, y puede conectar bien con espectadores que lo aprecien.

La última película de Paco Cabezas es una constante de violencia, crudeza y drama en un contexto de pobreza y degradación continua. No destaca por su guión, y se queda un poco en la superficie de los temas que trata, pero su fotografía, ambientación y banda sonora son grandes envoltorios que la convierten en una cinta interesante.

MARTÍ ESTEBAN.-

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