BAD BOYS FOR LIFE: CABALGAMOS JUNTOS, MORIMOS JUNTOS

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Cuando Michael Bay, allá por 2003, decidió darle carpetazo a la saga Bad Boys, por aquí anteriormente conocida como Dos policías rebeldes, todos teníamos claro que no volveríamos a ver más aventuras de los agentes Mike Lowrey (Smith) y Marcus Burnett (Lawrence). También en parte porque la carrera de Will Smith iba encaminada a papeles más serios y la de Martin Lawrence comenzaba a apagarse. El caso es que, 17 años después, tras ver cómo Hollywood se ha convertido en un parque de atracciones (Marty dixit) lleno de secuelas, remakes o películas de superhéroes, era de esperar que algún directivo de Sony desempolvase esta saga para que renaciera de nuevo. Y claro, no podía volver sin sus dos grandes estrellas, que aceptaron rapidísimo la oferta de protagonizar Bad Boys for Life. El único que no repite es Michael Bay, que entre Transformer y Transformer no encontró tiempo para volver a la saga que le dio a conocer en el mundo del cine. Le sustituyen los dos, y desconocidos, directores belgas Bilall Fallah y Adil El Arbi o, como les gusta a ellos que les llamen, Bilall & Adil, algo así como Mili y Vanilli o Enrique y Ana. 

La trama de esta tardía secuela nos lleva de nuevo a Miami, el enclave en el que se ha movido siempre la saga, en un punto en el que Burnett ha decidido retirarse tras ser abuelo y en el que para Mike parecen no haber pasado los años, ya que sigue siendo el mismo policía adicto a la adrenalina y al riesgo y, en su vida personal, un playboy que no se atreve a comprometerse con nadie. Un drama no cerrado del pasado de Mike será el desencadenante de la trama de esta nueva entrega, en la que la villana es Kate del Castillo, una acriz mexicana conocida por haber participado en quinientas telenovelas o por ser amiguita del ‘Chapo’ Guzmán. 

A priori, y como fan de las dos películas anteriores (no me escondo), me daba cierto miedo lo que podría salir de aquí. Sin Michael Bay, con Will Smith bastante de capa caída desde hace años o con un Lawrence ya gordo y cansado era de esperar un desastre importante. Pero no ha sido el caso ya que, la cinta, sin ser nada del otro jueves, es una eficaz “buddy movie” en la que te lo pasas en grande, bien sea porque respeta todos los elementos marca de la casa, ya sean los chistes malos (y algo sexistas), la exaltación de la amistad o esa química tan fantástica que hay entre los dos protagonistas. También ayuda que reaparezcan clásicos de la saga como el capitán de la policía interpretado por un mítico como Joe Pantoliano. Hasta los dos directores belgas apuestan por un estilo visual bastante parecido al de Bay (salvando las distancias, por supuesto), entregándonos una entrega muy solvente y que, en mi opinión, es algo mejor que la segunda. 

La cinta bien sirve como cierre de la trilogía pero nos deja alguna puerta abierta a una posible continuación, que viendo los 70 millones de dólares que se ha cascado en su estreno USA, es más que probable que se anuncie más pronto que tarde. Así que sí, no diré que no al enésimo “one last ride”.

HÉCTOR GARCÍA.-

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