THE LIGHTHOUSE: EN LOS ABISMOS DE LA LOCURA

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Robert Eggers es un director de género muy peculiar. Amante de las historias de época, filmadas en un impecable blanco y negro, con protagonistas envueltos en un halo de misterio en atmósferas opresivas que les acaban conduciendo de un modo u otro a la locura y a las espirales de violencia. Tras La bruja, su interesante ópera prima, nos llega The Lighthouse (El faro) en el que el director ambienta su película en un faro donde dos fareros del siglo XIX, uno mayor, el jefe (Willem Dafoe) y otro más joven, su aprendiz (Robert Pattinson) tendrán que hacer frente a la dureza de su trabajo, a las inclemencias del tiempo y a una relación entre ambos que cada vez se va oscureciendo más y más. Con tan sólo dos protagonistas en escena (sin contar a una sirena), el tour de force interpretativo está servido. Ambos actores están extraordinarios, siendo en algunos momentos como una declamación teatral, sin por ello olvidarse de los recursos plenamente cinematográficos.

El gran valor de la película es acercarnos a un cine que actualmente no se hace, abrazando al expresionismo alemán de los años 20 en autores como Carl Téodor Dreyer y F.W.Murnau, para adentrarnos en los abismos de la locura y desatando el delirio de los personajes que acaban tan salvajes como las fuerzas de la naturaleza en la que conviven. Una puesta en escena impecable, unos efectos y un montaje de sonido espeluznantes para demostrar porqué el hombre se convierte en un lobo para el hombre, pudiéndose ver también como una actualización del mito de Prometeo.

Las múltiples lecturas e interpretaciones son posibles y necesarias en una obra tan extraña como críptica, tan agreste como delirante, tan dramática como hilarante, con escenas que se van a quedar indudablemente clavadas en la retina del espectador y en su mente muchísimo tiempo después de verla. Un film que está plagado de referencias literarias, teatrales y cinematográficas.

Una película incómoda, que seguramente requiere de más de un visionado para comprender su alcance y significado, y abarcarla en su totalidad. Además, va a desatar la polémica, será tomada como una genialidad y amada por unos, mientras que para otros será profundamente incomprendida y odiada. Una obra que no admite términos medios, pero que tiene el valor de provocar reacción en el espectador y debate a posteriori. Bienvenidas sean estas películas que no producen indiferencia.

SONIA BARROSO.- 

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