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ESPÍAS CON DISFRAZ: REIMAGINANDO EL ESPIONAJE
diciembre 17, 2019 Articulos

La magnífica pareja que forman Q y Bond en las películas de 007 es de sobras conocida. El genial científico proporciona un sinfín de artilugios para el espionaje que el mejor agente de la Inteligencia británica emplea para salvar el mundo una vez tras otra. 

Así ha sido durante más de 50 años. Espías con disfraz se inspira precisamente en esa relación y la lleva al terreno de la animación. Aunque este no es el único cambio en el binomio Q-007. 

El protagonista en este caso es Lance Sterling (doblado por Will Smith en su versión original), un espía americano sofisticado, elegante y letal para sus enemigos. Una versión americanizada del clásico galán inglés que representa siempre Bond. El personaje que vendría a representar Q, en cambio, difiere mucho más respecto a su inspiración. Walter Beckett (Tom Holland) es un científico con una visión muy particular del mundo, y no tiene demasiada aceptación en la agencia de espionaje. El joven investigador quiere combatir el crimen con “gadgets” que no hagan daño a los delincuentes, alejándose de los clásicos bolis explosivos o los coches armados como un ejército. 

Pero si por algo destaca Espías con disfraz es por su curiosa apuesta. Lo que al principio parece una película de espías al uso, rápidamente se convierte en un festival del humor cuando Walter convierte a Sterling en una paloma para que pase desapercibido en sus misiones. Un hecho que cambia totalmente la propuesta del film y que da pie a más de una carcajada, aunque tampoco es desternillante y acaba resultando un poco pesado. Algo que puede funcionar muy bien para el público infantil es más difícil que cale en los espectadores adultos, que probablemente estarán deseando que Sterling vuelva a ser el carismático y hábil agente de siempre. 

En general Espías con disfraz es entretenida. No aburre en ningún momento y te mantiene bien atento a la pantalla para ver cómo se desarrollan las aventuras de Beckett y Sterling. Además, otro de sus puntos fuertes es la animación, que destaca especialmente en las escenas de acción y en la recreación de escenarios reales. Las versiones animadas de Venecia y la zona del Monumento a Washington, en el National Mall, son auténticas gozadas visualmente y hacen más atractiva la cinta. 

Más allá del humor, la acción y un estupendo apartado visual, el valor añadido de Espías con disfraz es su propuesta, que se aleja de los convencionalismos del cine de espionaje. Y no simplemente porque convierta el protagonista en una paloma, sino porque introduce con fuerza un mensaje pacifista en un formato que suele promover la violencia gratuita. Una idea fuera de lo común y bastante original que no convierte el largometraje en una gran obra de la animación, ni mucho menos, pero que supone la guinda para una película disfrutable en família. 

MARTÍ ESTEBAN.- 

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