Una película sobre la II Guerra Mundial dirigida por Roland Emmerich. Si con este titular no basta para saber que estamos ante una de las comedias más esperadas el año es que habéis visto muy poco cine. El director alemán afincado en Hollywood desde hace años vuelve a lo que más le gusta, la destrucción. Anteriormente ya lo hizo con el planeta en varios films como El día de mañana, 2012 o Independence Day, hasta centrarse sólo en la Casa Blanca con Asalto a la Casa Blanca , y ahora ha querido aprovechar la efeméride de la guerra para deleitarse y seguir tirando de explosiones a tutiplén.

La historia vuelve a ser lo de menos, situándonos al comienzo de la misma en el ataque japonés a Pearl Harbor (aquí sin el malogrado Mako poniendo cara de estreñido en todas sus escenas), siendo todo lo siguiente un juego de estrategia entre americanos y japoneses hasta llegar al batalla de Midway, bastantes veces recreada por el mundo del cine. Poco más que contar, más allá de ver a buenos secundarios de Hollywood, pasándose por allí a cobrar el cheque de turno, como Woody Harrelson, Dennis Quaid (¡qué mayor está!) o Patrick Wilson, mezclados con estrellas «made in Hacendado» como Nick Jonas (Priyanka Chopra le dejará en dos días) o Ed Skrein, que estudió en la misma escuela de cine que Mario Casas o Jesús Lorente.

La cinta es ridícula, como era de esperar, con un «guión» y diálogos que pretenden ser épicos y grandilocuentes para terminar cayendo en la parodia. Hasta ahí bien, porque no esperaba otra cosa, lo que no le perdono al teutón es que la cinta sea igual de aburrida que cualquiera dirigida por Albert Serra. Sus 130 minutos son realmente plomizos y , por lo menos a mí, me fue imposible no estar pensando en qué me haría de comer ese mediodía o planeando el fin
de semana. Si por algo se caracterizaba la obra de Emmerich es porque salías contento del cine, consciente de haber consumido basura pero pasándotelo en grande, como si hubieras ido a comer a cualquier sucursal de La Tagliatella.

Es una pena que aquí haya logrado todo lo contrario. Por lo visto la cinta ha sido un fracaso de taquilla y no me
extraña, porque más allá de los efectos especiales te queda un film vacío y tedioso que seguramente haga las delicias de los programadores de cine de Antena 3 o La Sexta cuando la repitan cada tres meses en ‘El Peliculón’. De momento, seguiremos esperando la gran cinta bélica de este año que, seguramente será 1917, la vuelta de Sam Mendes al buen cine, tras haberse pagado dos casas con piscina gracias al agente 007.

Mientras llega volveré a ponerme la Pearl Harbor del gran Michael Bay, posiblemente el film bélico más infravalorado de la historia. Soldados de Ben Affleck.

PD:  Lo que más me gusta de Midway es el pequeño homenaje que le hacen a John Ford al poner cómo filmaba las películas en Midway. Si queréis ver más, la serie Five Came Back de Netflix es impresionante.

HÉCTOR GARCÍA.-