THE IRISHMAN: HE ESCUCHADO QUE PINTAS CASAS

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Entraba esta mañana al cine a ver El irlandés con más nervios que el día que perdí la virginidad (no volveré a incidir en ese infausto día para no herir sensibilidades). Como devoto del cine de Scorsese que soy, en especial del de temática criminal, este acontecimiento era como para mí como el del preso que espera impaciente su revisión de la condena ya que, tras pasar la mayoría del año viendo cine mediocre, era como volver a ese tipo de películas que hicieron que amase esto del cine. Como era de esperar, Marty no ha defraudado, y puede decirse que nos ha regalado otra obra maestra. 

El irlandés es una película sobre el paso del tiempo (no diré lo de inexorable, que suena muy pedante) de la culpa, encarnadas en Frank Sheeran (De Niro), un padre de familia irlandés que trabaja para una organización criminal y que, poco a poco, va ganándose la confianza dentro de la organización. Y no por ambición, porque en ningún momento demuestra tenerla,sino por lealtad a los suyos, que ven el él alguien a quien poder confiar sus posesiones, y hasta su vida. A lo largo de las tres horas y media que dura el relato, iremos viendo como va conociendo a Russell (Joe Pesci), uno de los padrinos de la organización o a Jimmy Hoffa (Al Pacino), el archiconocido sindicalista que terminó desapareciendo a mediados de los ’60, sin saber aún hoy qué pasó realmente con él, por lo menos oficialmente. La cinta nos va mostrando cómo se evolucionó América durante esa época de cambios, con el paso al gobierno de JFK y su posterior asesinato, o la guerra de Vietnam, todos ellos acontecimientos con los que, directa o indirectaente, está conectado el trío protagonista. 

Scorsese vuelve a lo que mejor se le da, el cine de gángsters, pero esta vez se olvida del ritmo vertiginoso que tenían películas como Uno de los nuestros, Casino o El lobo de Wall Street (bien podría serlo), en las que primaba un montaje incesante en el que la gran Thelma Schoonmaker, presente también en este, demostraba todo su talento. ‘El irlandés’ tiene un tono más pausado y bien podría ser la versión crepuscular de estas últimas, ya que sus personajes son más mayores y están en otro punto de la vida. Es el caso del Russell de Joe Pesci, un personaje pausado y hasta entrañable, muy lejos del psicópata inestable que interpretó en Uno de los nuestros o Casino. Tras prácticamente veinte años sin trabajar, el tipo se marca una vuelta impresionante, a la altura de sus mejores trabajos, al igual que De Niro y Pacino, posiblemente las dos leyendas más grandes de esto (con el permiso de Brando), quien tras años de rodar basura tras basura, demuestran que, a la hora de actuar, no hay nadie que les tosa.Todos las escenas en que tanto Pesci o Pacino interactuan con el Frank Sheeran de De Niro son extraordinarios, y te hacen sentir en tu piel el vínculo de amistad y lealtad que hay entre ellos. No descarto que hagan triplete en las nominaciones a los Oscar este año, ni tan siquiera una victoria de Pacino o Pesci como secundarios. 

Como bien sabéis, esta cinta tuvo muchos problemas de financiación, principalmente porque no cuenta entre sus filas con superhéroes ni personajes de color, asiáticos o LGTB. Ningún estudio quiso pagar el CGI necesario para rejuvencer al trío protagonista, necesario para darle credibilidad a la historia, hasta que apareció Netflix con un cheque en blanco y así hacer las delicias de toda la cinefília harta de calzoncillos largos y poderes. El director neoyorquino nos regala aquí la que, probablemente, sea su última obra maestra, y en cierta manera la película podría ser como un cierre definitivo a toda su obra 

anterior, siendo ésta mucho más austera y melancólica. Hasta vuelve a introducir en ella la religión, siempre muy presente en su cine. Hasta pasa inadvertida su extensísima duración, uno 210 minutazos que echarían para atrás a cualquiera pero que aquí, en ningún momento se hacen pesados. De hecho, su magistral tercio final hace que te quedes con ganas de más. 

No voy a ser de los pesados que os den la murga con lo de ir al cine a verla porque sé que en algunas ciudades os será imposible, sólo os diré que lo más normal es que no tengáis más oportunidades de disfrutar en una pantalla grande cine adulto como éste, bien estructurado y con estas leyendas detrás. Si la veis en Netflix la disfrutaréis igual porque es un film magistral, pero no es lo mismo. 

Es una maravilla esperar algo con tantas ganas y que acabe cumpliendo tus expectativas. De hecho,este mediodía iba camino al trabajo con una sonrisa de boca a oreja que ni habiéndome cruzado con Ada Colau se me hubiera quitado. Por todo ello le doy las gracia a este genio, al que echaremos mucho de menos cuando no dirija películas, porque cómo dice la película, el paso del tiempo nos afecta a todos. 

No te mueras nunca, Marty. 

HÉCTOR GARCÍA.-

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