TERMINATOR DARK FATE: TERMINATOR AZTECA

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El placer que siente Hollywood a la hora de destruir su legado es inigualable, bien sea creando secuelas a tutiplén de sus grandes obras, o «rebooteándolas» (¡toma!) cada tres o cuatro años con nuevos actores , siendo la vuelta de los viejos guerreros el último cartucho para exprimir la última gota del zumo. La saga que aquí nos ocupa es una de las más perjudicadas por esta moda ya que, tras las dos magistrales películas que dirigió James Cameron, el resto de lo visto ha sido realmente insultante. En este último intento por sacar réditos a la marca Terminator, Fox recupera a Arnie y, ojo, a Linda Hamilton, la inolvidable Sarah Connor, posiblemente el gran punto a favor de una secuela que, si bien no aporta mucha cosa nueva, es bastante digna. Eso sí, con la cuota «multiculti» que se lleva ahora, siendo una buena parte de los actores de origen mexicano.

El guión no se mueve demasiado de lo ya visto, Terminator enviado del futuro (Gabriel Luna, hermano de Diego) para eliminar a un futuro líder de la revolución (Natalia Reyes), que a la vez será protegida por un híbrido entre cyborg y humano (Mackenzie Davis). Hasta ahí poco que contar, más allá del regreso de una Sarah Connor, ya de vuelta de todo sin John (al inicio de la cinta nos cuentan el destino del benjamín de los Connor), y ahora convertida en una sesentona «cazaterminators» que las ayudará a escapar de la amenaza.

Aquí ya no existe Skynet ya que, como bien se nos vendió en la promoción, la cinta de pasa por el forro todas las secuelas perpetradas desde la memorable El juicio final, en la que Sarah, John y el Terminator interpretado por Arnie logran acabar con la amenaza de las máquinas, para situarnos en otro contexto en el que hay otro futuro líder y los caminos van por otra parte. De hecho, la película podría subsistir perfectamente sin un Arnold del que, más allá del placer que es siempre verle, se nota que su personaje está metido con calzador, como si fuera imposible vender la marca sin su rostro apareciendo en el cartel. Sus escenas son divertidas y le dan empaque al relato, pero la que se lleva la palma es Linda Hamilton, quien tras llevar más de 20 años sin un papel relevante en el cine vuelve a derrochar carisma y presencia como esa señora a la que le arrebataron su vida cuando era adolescente y a la que sólo le mueve ya el deseo de venganza hacia las máquinas.

Como digo arriba, es una secuela relativamente digna. Entretiene, los efectos especiales están muy logrados y su guión no es ridículo, como si pasaba en anteriores refritos como el engendro de Genesys, algo que debería haber sido abortado en la misma sala de montaje. Se nota que hay mucho «fan service» y hasta se agradece, viniendo a ser el equivalente a El despertar de la fuerza o al último remake-secuela de Halloween de esta saga. Así que si sois de los crecisteis con las dos primeras pasaréis un muy buen rato en el cine, no tanto los que lleguéis de nuevas porque sigue la mitología al pie de la letra y es imposible disfrutar de Sarah Connor sin saber nada precio de ella.

Debo reconocer que no daba un duro por esta película y que, quizás por eso, he conseguido disfrutarla como lo que es, otro blockbuster sacacuartos que, por lo menos, cumple con lo prometido. No voy a quejarme, viniendo de dónde veníamos. Es más, al haber tantos mexicanos en el reparto no descartemos que esté nominada al Oscar a la mejor película.

PD: Mención también para la extraña moda de contratar a actores españoles para interpretar a mexicanos, como pasó en Rambo: Last Blood con Jaenada y Peris-Mencheta, y es que por aquí se pasean Alicia Borrachero, Tristán Ulloa, Enrique Arce o el que hacía del hermano de Maca en Vis a Vis. Será que al rodarse en Madrid les era más fácil, pero no quiero saber yo cómo se habrán puesto los actores de allí al enterarse de esto.

HÉCTOR GARCÍA.-

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