It Capítulo 2 no es una secuela redonda. Su duración, 165 minutos, resulta un poco mastodóntica y excesiva, especialmente la primera hora en la que parece que la película carece del ritmo que sí tenía la primera parte. Es decir, que a la historia le cuesta arrancar, a pesar de la curiosa secuencia inicial protagonizada por Xavier Dolan, el director canadiense de Mommy y Sólo el fin del mundo, en la feria de Derry.
El gran acierto de la película es combinar las historias del momento presente, -con los protagonistas reuniéndose de nuevo en su localidad natal Derry, tras ser llamado por Mike al repuntar una serie de asesinatos que podrían tener que ver con It- versus la historia de aquella pandilla de perdedores de los 80´s que consiguieron unidos vencer al terrorífico payaso bailarín. Vuelven también los temas de la primera parte: El canto a la amistad para superar los peligros, cómo afrontar el miedo y las amenazas que supone tanto It como un chico del instituto que les hacía bullying, 27 años más tarde.
James McAvoy es un gran actor de género -ya lo demostró con Shyamalan en Múltiple y Glass– y aquí interpreta a Billy, el chico tartamudo que perdió a su hermano Georgie y que ahora se ha convertido en un escritor de éxito-. Le acompañan Jessica Chastain como Bev, la chica de los sueños de muchos de ellos traumatizada por una persona de su infancia. La sorpresa es Bill Hader interpretando de modo excelente a Richie, por lo camaleónico que es su personaje e incluso, Eddie, el aparentemente miembro más «miedica» de la pandilla. El personaje de Mike quizás es el que queda más desdibujado, a pesar de ser el que lleva la iniciativa de dicha reunión.
Otro de los puntos álgidos más esperados por los admiradores de la película serían las apariciones o «ataques» de Pennywise/It-Bill Skarsgard vuelve a demostrar también con su voz que sabe cómo aterrorizarnos-, aunque algunas resultan más previsibles y otras, sumamente espectaculares -sobre todo hay dos secuencias que van a ponernos literalmente los pelos de punta-. Aunque, desde mi punto de vista, resulta un poco desaprovechado Pennywise.
En definitiva, que Andy Muschietti sabe cómo generar tensión en secuencias muy «mal rolleras» y angustiosas, así como ofrecer más hemoglobina y gore a los espectadores. Aunque esto va en detrimento de la capacidad de crear un buen ritmo durante toda la película -ya que la primera hora es bastante plomiza y llena de altibajos-, y también le juega en contra la pérdida del factor sorpresa que tenía la original de 2017. Así que, esta vez, vamos a flotar -aunque un poquito menos-.
SONIA BARROSO.-
