HISTORIAS DE MIEDO PARA CONTAR EN LA OSCURIDAD

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Historias de miedo para contar en la oscuridad es la nueva película de André Ovredal, director de la interesante La Autopsia de Jane Doe, y está basada en la serie de novelas juveniles de Alvin Schwartz, siendo la historia adaptada y producida por Guillermo del Toro.

A veces, la suma de talentos en el género fantástico, tales como el director y el productor que nos ocupan, no conlleva a realizar una película sobresaliente. Éste es el caso.
Las aventuras escalofriantes de la pandilla de Stella durante el Halloween de 1968 (una jovencita marcada por un trauma familiar que desea ser escritora de historias de misterio) junto a sus inseparables Auggie y Chuck y al recién llegado Ramón no es sino otra historia de pandillas de «perdedores» con problemas a los que les hacen bullying y tienen que enfrentarse a mil y una situaciones. Pandillas de amiguetes como ésta han molado más en Stranger Things o en It, pero aún y con todo esto, sus jóvenes protagonistas son lo mejor de la historia, pues más o menos, el público empatizará y sufrirá con ellos -especialmente con dos de los mismos-.

No nos ha convencido tampoco porque el film reúne un montón de escenarios y lugares comunes del género -casas encantadas, familias malditas, víctima llena de ira que no puede ver la luz del sol e imaginario de monstruos- sin saber muy bien qué hacer con ellos ni conseguir que la película destaque por encima de la media de este tipo de producciones. Además, los jump scares no nos aterrorizan, ni las situaciones en las que se ven envueltas los protagonistas son lo suficientemente emocionantes ni ofrecen las dosis de miedo necesarias que un espectador aficionado al cine de género busca y necesita.

Todo en este film me resulta previsible y muy visto anteriormente. Ni siquiera me sirve como estudio de la soledad ni de la ira ni de los miedos individuales de cada uno de los adolescentes. Tampoco el poder de la literatura como tabla de salvación (y/o como condena) me resultan lo suficientemente absorbentes para atraparme. Además, la crítica velada a la guerra del Vietnam tiene la suficiente solidez y resulta bastante anecdótica.

En definitiva, es una verdadera lástima que un producto de estas características, que posee una buena factura técnica -como ya supondréis- y un prometedor material de partida, no nos haga flotar, y que sólo resulte una película más o menos entretenida, aunque poco inspirada y sin más trascendencia. Puestos a vivir un cuento familiar truculento en una casa encantada me quedo con La cumbre escarlata, de su productor Guillermo del Toro.

SONIA BARROSO.-

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