Estamos acostumbrados a los remakes que provienen del otro lado del charco. Generalmente suelen ser obras que gozaron de éxito comercial en su país de origen y Hollywood pasa por su filtro para adaptarlo a un mercado más “global”. Sin embargo, estos remakes no siempre están orientados a la conquista de la taquilla. En ocasiones son largometrajes que destacaron entre la crítica de medio mundo y que ellos tratan de reproducir –a veces con gran eficacia, Déjame entrar, otras con escasa fortuna, Old boy-.
Precisamente este segundo caso es el que encontramos en La profesora de parvulario, adaptación de la película Haganenet –que aquí se llamó igual que su versión americana- de origen israelí, donde nos presentan la historia de una profesora de parvulario, Lisa (Maggie Gyllenhaal), que se percata de que uno de sus alumnos es un niño prodigio capaz de recitar poesía propia en arrebatos de inspiración. Ante esta situación, Lisa se obsesionará con proteger al pequeño de todo el entorno que le rodea con la intención de potenciar su talento.
Sería totalmente imperdonable no hablar en primer lugar de Maggie Gyllenhaal. La actriz se marca en este filme una de las mejores interpretaciones de su carrera. El reto era enorme, ya que estamos ante un personaje un tanto confuso, tremendamente complejo a la hora de abordarlo, sus acciones pueden ser muy cuestionables, además de que su actitud en algunos momentos podría sacar de quicio al espectador. Sin embargo, el manejo de la actriz, el perfecto equilibrio que realiza con el personaje y el juego de malabares que produce con sus emociones son sencillamente brillantes. Sería imposible ponerle un solo pero a su interpretación.
Dicho esto, podemos comenzar a hablar del filme como conjunto. Es una película bastante delicada, enmarcada de forma clara en el género dramático, y aún así a medida que su metraje avanza nos arrastra hacia otros derroteros. Nunca deja su género madre, por así decirlo, de lado, pero coquetea abiertamente con el thriller. Tiene momentos muy perturbadores entre el niño y la profesora. Algunos de estos momentos están resueltos de forma excelente, otros pueden dejar al espectador un tanto confundido, debido a que -a diferencia de Gyllenhaal- el guión no sabe jugar tan bien como ella con los elementos y la cinta se acaba resintiendo, aunque no llega a ser fatal para la misma.
Algo totalmente imperdonable es la forma de desaprovechar a Gael García Bernal –actor curtido en cien batallas y que ha demostrado ser de lo más interesante- en un personaje sin sustancia y casi testimonial.
En resumen, estamos ante una Maggie Gyllenhaal impresionante y que solo por ver su trabajo ya merece el visionado. Además, tenemos una película que, si bien queda lejos de la perfección en su ejecución, resulta de lo más interesante.
JOSU DEL HIERRO.-