LA BODA DE MI EX: REEVES Y RYDER SON PURO AMOR

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Hay parejas de actores que, por algún motivo, quedan grabados a fuego en el colectivo popular. No tienen que repetir en infinidad de ocasiones –como sí ocurrió, por ejemplo, con el dúo Meg Ryan/Tom Hanks-, sino que bien sea por la química que destilan en pantalla, por el buen hacer del director, porque la película se encuentre entre una de las joyas que nos entrega el séptimo arte, o por un conjunto de todas ellas, quedan para siempre instaladas en la memoria de los cinéfilos. Esto último, es lo que ocurre con la pareja formada por Keanu Reeves y Winona Ryder. Los intérpretes habían coincidido hasta la fecha en tres películas: El clásico Drácula de Bram Stoker, la maravillosa A scanner darkly y La vida privada de Pippa Lee, siendo la que nos ocupa la cuarta vez que los vemos juntos en pantalla y, desgraciadamente, la menos interesante.

La boda de mi ex es una comedia romántica que nos presenta la historia de Lindsay, una chica que trata de ser positiva ante la vida a pesar de que esta no para de golpearla, y que es invitada a la boda de su ex. Por otro lado tenemos a Frank, el hermano del novio, a quien odia, que asiste a la boda únicamente para contentar a su madre. Ambos se verán obligados a realizar juntos todas las actividades previas a la boda, lo que les llevará a empezar a sentir algo el uno por el otro.

La película es principalmente Reeves y Ryder. No solo como reclamo publicitario, que eso es algo obvio, sino que es gracias a ellos que todo consigue sustentarse, y esto es algo que el director del filme, Víctor Levin, sabe y se aprovecha de ello con una puesta en escena un tanto minimalista y tratando de realizar el menor número de cortes en montaje, dejando que la escena fluya usando casi siempre un plano conjunto de los dos en lugar de separarlos. Cuando la historia parece que comienza a hacer aguas e ir a la deriva, son la pareja protagonista quien coge las riendas y la saca adelante, su carisma y química es lo que nos mantiene enganchados, sintiendo esa atracción hacia la pantalla.

Por desgracia, el resto de elementos no les acompaña tan bien como debería. Solo consigue sobresalir por momentos un guión al que cabría agradecer que si bien, sigue la típica estructura de comedia romántica, lo hace desde un punto de vista más cínico y cargado de diálogos ácidos, los cuáles, en ocasiones, funcionan como un reloj pero en otras se convierten un lastre para la película.

El largometraje como comedia no busca la carcajada del espectador, sino una sonrisa cómplice que consigue en numerosas ocasiones, principalmente, una vez más, gracias a Reeves y Ryder. Aunque hay que destacar una escena de lo más hilarante donde interviene cierto animal y de la que no diremos nada por aquello de no spoilear.

En definitiva, estamos ante una simpática comedia romántica que no se esfuerza demasiado por ser superior a la media, y que nos sirve para reencontrarnos con una pareja protagonista que parece habérselo pasado en grande.

JOSU DEL HIERRO.-

 

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