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DOGMAN: MÁS ALLÁ DE MARCELLO
noviembre 6, 2018 Articulos

El director Matteo Garrone vuelve al mundo de las drogas, la violencia y la venganza que tan bien representó en la alabada Gomorra, y precisamente esto es uno de los grandes escollos que se encuentra el filme que nos ocupa, y es que las comparaciones son odiosas.

En esta ocasión, la historia se centra en Marcello (Marcello Fonte), un modesto peluquero canino que pasa los días en su trabajo, compartiendo el tiempo con su hija Alida (Alida Baldari), con los amigos, y con Simoncino (Edoardo Pesce), un ex boxeador con un serio problema de drogas y autocontrol, que se ha erigido rey del barrio y tiene a todos atemorizados, incluido Marcello. Tras una jugarreta de Simoncino, la vida de Marcello da un vuelco haciendo que este cambie y desee vengarse.

La dirección de Garrone es muy solvente, como es habitual en el director. Su forma de mostrar la pobreza y suciedad del barrio y cómo nos narra la violencia interna y externa de los personajes, están retratadas con la maestría de alguien que sabe qué quiere contar y cómo debe hacerlo. Todo ello se ve reforzado por la fotografía de Nicolaj Bruel, la cual está al servicio de la historia en todo momento.

Durante gran parte del metraje, la película navega entre el drama y la comedia realizando un equilibrio perfecto entre ambas. Sin embargo, hacia la mitad de la historia, todo cambia y se vuelve mucho más oscura, el drama crece y la comedia desaparece por completo, siendo el punto de inflexión en que el filme comienza a decaer.

Mientras que durante el primer acto y parte del segundo el espectador comprende a Marcello, lo aprecia y desea que las cosas le salgan bien, una vez la historia abraza la oscuridad, el personaje pierde el carisma del que había hecho gala hasta ese momento, esa sensación de patetismo enternecedor que tenía el personaje desaparece, y lo que nos queda es un Marcello al que entendemos, pero al que no queremos. No nos importa especialmente si consigue su venganza y restablecer el orden en su vida o no. Queríamos a Marcello como era, pero una vez ha cambiado, sabemos que no volverá a ser el mismo aunque consiga su objetivo. Así, la película acaba perdiendo lo que tan bien había construido hasta ese momento.En definitiva, no estamos ante una mala película, ni mucho menos, pero que de haber mantenido el equilibrio mostrado durante la primera parte del filme, habría ganado muchos enteros.

JOSU DEL HIERRO.-

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