SIN FIN: AMOR EN BUCLES TEMPORALES

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Sin Fin es la ópera prima de los hermanos César y José Antonio Alenda, que cosechó tres bieznagas en el festival de Málaga, mejor ópera prima, mención especial del premio Signis y mejor actor para Javier Rey. La historia del nacimiento y del transcurso de un amor de Javier y María se explica en varias líneas temporales a ritmo de La fuerza del destino, de Mecano y de canciones en casettes y gasolineras de Manolo Escobar, no en vano se ambienta en la década de los 90 y en la época actual.

Con referencias literarias a La Gaviota, de Chejov, estos Nina y Timo contemporáneos están destinados a vivir y sufrir por amor. Y, además, para rizar más el rizo en esta love story marcada por la constante melancolía se hablan de viajes en el tiempo y de leyes de la astrofísica, convirtiéndola en una pieza de ciencia ficción intimista.

No puedo decir que sea una mala película, ni mucho menos, son notorias las imágenes y la  sensación de desconsuelo y de fragilidad vital que transmite al espectador. Buena parte del mérito de todo ello, es de la química existente entre una vivaz (a ratos depresiva, según la línea temporal de su personaje) María León, y de un apocado y sensible Javier Rey que, para mí se convierte en el motor y la revelación de esta película hecha a base de miradas, silencios, amor y dolor.

A mí, que me quieran explicar tanto con tan poco no me acabó de romper -tal y como la cinta pienso que pretende-, y no llegué a conectar del todo (también es cierto que soy una romántica en horas bajas, qué le voy a hacer). Aún así,  Sin Fin puede interesar a los amantes de las historias de amor singulares y descorazonadoras con pretexto sci-fi.

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