Gracia Querejeta es una de las directoras más versátiles del panorama actual en el cine español. A diferencia de otros compañeros, no tiene miedo al riesgo y a adentrarse en géneros en los que no había participado anteriormente o sobre los que había sobrevolado de manera muy superficial. Quizá esto le venga de la amplia experiencia en el mundo de la televisión, donde debes adaptarte a un material ajeno con suma rapidez.

En esta ocasión, la directora nos presenta una comedia de enredos alocada donde Leyre (Maribel Verdú) debe proteger a su hijo, tras el asesinato cometido por este sobre su padre (Luis Tosar), lo que le llevará a ir enrevesando cada vez más la situación, provocando momentos de lo más hilarantes. Mientras tanto, Vanesa (Paula Echevarría), la actual esposa del difunto, y Susana (Juana Acosta), abogada de esta, tratan de evitar que durante la investigación del asesinato, la policía descubra una trama de estafas millonarias que implica a los tres.

A estos cuatro actores se les suma un reparto de secundarios inmejorable formado por Raúl Arévalo, Antonio Resines, Raúl Peña o Javier Cámara. A ninguno de ellos se les puede poner la más mínima pega, todos ellos están de dulce. Desde sus protagonistas, una Maribel Verdú disfrutando su personaje y contagiando ese disfrute al espectador, como los secundarios. Se me viene a la cabeza por ejemplo el personaje de Arévalo, no muy extenso, pero al que el actor le saca todo el jugo otorgándonos momentos brillantes -como la escena del interrogatorio- o el de Resines, probablemente el personaje más serio, pero que el buen hacer del actor hace que su personaje no solo no desentone sino que sea de los más atractivos. Me gustaría destacar especialmente a los dos miembros más jóvenes del reparto, Miguel Bernardeu y Asier Rikarte, y es que con semejantes actores sería muy fácil quedar en
evidencia, pero ambos consiguen estar a la altura de sus compañeros con una naturalidad  arrolladora.

Tanto el primer acto como el segundo funcionan como un reloj en la película, pero llegados al tercer acto, parece que todo lo que ha construido el guión de Luis Marías se va a venir abajo, que todo se va a descontrolar y llevarnos a otra película que no habíamos estado viendo, por suerte el buen hacer de Querejeta y Marías reconduce rápidamente la situación para llevarnos a un clímax a la altura de todo lo visto anteriormente.

En definitiva, estamos ante una comedia divertidísima, con uno de los mejores repartes que podríamos soñar como espectadores, un guión trabajado y una directora entregada a la causa, donde todo funciona a las mil maravillas para entregarnos una obra, que si bien no marcará una época -aunque tampoco lo pretende- sí nos hará disfrutar como niños.

JOSU DEL HIERRO.-