MAMMA MIA UNA Y OTRA VEZ: FESTÍN FEMENINO

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Mamma Mía una y otra vez funciona como secuela y precuela del film original Mamma Mia al presentar una historia en dos tiempos. Por un lado, nos encontramos a Sophie, la hija de Donna, Amanda Seyfried que, un año más tarde de la muerte de su querida madre, Donna, está a punto de reabrir el hotel La bella Donna en la isla griega ayudada por Sam (Pierce Brosnan) bajo la dirección del sr.Cienfuegos (Andy García) y sufre tanto por los nervios previos a los preparativos a la fiesta de inauguración como por la ausencia de Sky, su marido y gran amor, que está en NY. Por otra,  Sophie Amanda Seyfried recuerda a su madre de joven para que le de fortaleza en todo este proceso vital. Así pues, los espectadores nos reencontramos con una Donna joven y más vital y alegre que nunca, encarnada por la carismática Lily James, que inunda la pantalla con su belleza, sonrisa, cantando y bailando y enamorando a los tres apuestos y posibles padres de Sophie,  los jóvenes Harry, Sam y Bill -que resultan tan atractivos físicamente, como insustanciales, y quedan reducidos a meros comparsas de ella. Tampoco Pierce Brosnan, Stellan Skarsgard -ojalá su hijo menor Bill hubiese interpretado el papel de su padre de joven-, Colin Firth ni Dominic Cooper ni Andy Garcia tienen gran entidad como personajes masculinos.

El film es un kitsch y colorido guilty pleasure que gustará a aquellos que disfrutaron de la primera, así como los fans del universo de los populares temas de ABBA. En cambio, como línea argumental, la película no puede ser más floja ya que la historia de Donna joven ya se había explicado en el film original, un poco menos extensa e intensamente, eso sí.
También la cinta actual vuelve a ser una oda a la maternidad y al matriarcado, al presentar a tres generaciones de mujeres fuertes y empoderadas, aún sufriendo los envites del amor y de la vida, es el mensaje que subyace en esta película de verano, tan ridícula, repetitiva y olvidable como su antecesora. Sólo Lily James salva los muebles, ya que Amanda Seyfried, por desgracia, no llega a ser nunca la dancing queen que se presupone. Y Cher -como la «diva y divina» abuela de Sophie y madre de Donna- y Meryl Streep se hacen demasiado de rogar para salir, pero la espera merece la pena, pues llenan, y de qué manera, la pantalla. Aún así, esta segunda entrega es una sucesión rutinaria de números musicales a cuál más repetitivo, visto una y otra vez. Una verdadera lástima.
SONIA BARROSO.-

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